Diario de León
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Ser cristiano es más que nacer en un país cristiano, en una religión determinada o defender cierto sistema de valores y dogmas. Ser cristiano significa ser seguidor de Cristo. Por lo tanto, sigue lo que la Biblia enseña acerca de Dios, el hombre, la salvación y el Salvador, nuestro Señor Jesucristo.

Dios es el Soberano Creador

El pensamiento de nuestro tiempo dice que el hombre es producto de la evolución, trata de buscar su origen separado de Dios, como si fuese producto de la casualidad. La Biblia afirma que fuimos creados por un Dios personal para amarle, servirle y disfrutar de comunión eterna con Él. El Nuevo Testamento revela que fue Jesús mismo quien creó todas las cosas, tal y como escribió el apóstol Juan «...Fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho» (Juan 1:3). Pablo afirmó lo mismo en su epístola a los Colosenses, «Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles» (Colosenses 1:16). El libro de los Salmos enseña como a Él le pertenece todo ser creado y Él gobierna sobre todo: «El Señor ha establecido su trono en los cielos y su reino domina sobre todo» (Salmo 103:19). Esto manifiesta Su autoridad sobre nuestras vidas y le debemos lealtad, obediencia y adoración.

Dios es Santo

El profeta Isaías declara que Dios es absoluta y perfectamente Santo, «Santo, Santo es el Señor de los ejércitos, llena está toda la tierra de Su gloria» (Isaías 6:3). De manera que no puede cometer o aprobar el mal, «Porque Dios no puede ser tentado por el mal y el mismo no tienta a nadie» (Santiago 1:13). Dios exige santidad de nosotros también. 1 Pedro 1:16 dice «Sed santos porque Yo soy Santo».

Todos somos pecadores

De acuerdo a las Escrituras todos somos culpables por causa de nuestro pecado: «Por cuanto todos pecaron y no alcanzaron la gloria de Dios» (Romanos 3:23), y «no hay hombre que no peque» (1 Reyes 8:46). Esto no significa que seamos incapaces de realizar actos de bondad humana. Pero somos totalmente incapaces de entender, amar, o agradar a Dios por nosotros mismos, tal y como dice Romanos 3:10-11: «No hay justo ni aún uno. No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios».

El pecado exige un castigo

La santidad y justicia de Dios exigen que todo pecado sea castigado con la muerte, como dice Pablo en Romanos: «Porque la paga del pecado es muerte…» (Romanos 6:23). Jesús dijo: «Os digo, si no os arrepentís todos pereceréis igualmente» (Lucas 13:3-5). De manera que simplemente cambiando un patrón de comportamiento no es suficiente para resolver nuestro problema con el pecado, y aún menos eliminar sus consecuencias, entre ellas perecer eternamente apartados de Dios.

Jesús es Señor y Salvador

Romanos 10:9 dice, «Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo». A pesar de que la justicia de Dios exige la muerte por el pecado, Su amor ha provisto un Salvador que pagó la deuda y murió por los pecadores, como dice 1 Pedro 3:18: «Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarlos a Dios». 2 Corintios 5:21 enseña que la muerte de Cristo satisfizo las demandas de la Justicia Divina: «Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para hacernos justicia de Dios en Él». Además Su perfecta vida demostró su justicia perfecta conforme a la santidad de Dios, y Su resurrección confirma que Su sacrificio y vida han sido suficientes para lograr la justificación de los suyos, por tanto Cristo puede perdonar y salvar a aquellos que se arrepienten y ponen su fe en Él.

El carácter de una fe que salva

La fe verdadera siembre viene acompañada de un arrepentimiento genuino del pecado. «Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan» (Hechos 17:30). Arrepentirse verdaderamente es estar de acuerdo con Dios en que eres pecador, confesarle tus pecados y tomar la decisión consciente de apartarte del pecado. Sólo entonces estás preparado para seguir a Cristo como Señor y Salvador, y encontrar en Él perdón de pecados y descanso para el alma. Jesús dijo: «Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados y yo os haré descansar» (Mateo 11:28-30). Así, desearemos obedecerle realmente, como enseña 1 Juan 2:3: «Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus mandamientos.».

Para ser cristiano no es suficiente con tener un mero conocimiento intelectual, porque incluso Satanás y sus demonios creen en el Dios verdadero (Santiago 2:19). Sin embargo, ni le aman, ni le obedecen como Señor y Salvador. Aquel que Dios perdona y salva de la ira venidera, se arrepiente de sus pecados, confía en Cristo como su único Señor y Salvador, y fruto de su nueva vida responde a Dios en amor y obediencia, como Jesús dijo: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos» (Juan 14:15). El cristiano sigue a Cristo.

Domingos a las 11.00: Comunión y predicación.

Domingos a las 18.00: Culto de predicación.

Jueves a las 20.00: Estudio bíblico y oración.

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