Hay a quien León sí le quita el sueño
Tiene muy poco de sosa la familia salesiana del norte de España. A Juan Soñador y a su fundación le testimoniaron cariño, afecto y admiración las principales fuerzas políticas, militares, eclesiásticas y docentes de la ciudad y de la provincia, que se sumaron al acto de homenaje en que se convirtió la entrega del premio concedido por el decano de la prensa leonesa.
En un suspiro de sesenta minutos, pasó la recepción del Auditorio de ser sala de cuitas y análisis políticos improvisados del día después a convertirse en escenario de centenares de flashes y multitud de fragancias y aromas de día de fiesta. Llegaron primero los premiados, lo hicieron después los representantes institucionales y acabaron el desfile empresarios y amigos.
Diálogo, diálogo, diálogo y diálogo. De moda el vocablo, en eso mismo consistieron los prolegómenos del evento. En unos casos por la cercanía del trato. En otros por la distancia en el tiempo desde el último encuentro. En todos, por la común ramificación de valores que destila Juan Soñador, a saber: promoción de los derechos humanos, reconocimiento de las personas como sujetos de derechos, identidad cristiana que actualiza el criterio educativo de Don Bosco, promoción de la participación ciudadana y responsabilidad social.
Ahítos de la vorágine política de los últimos días, concejales y diputados, senadores y demás familia de los partidos se dejaron ver lo justo. Sólo por la cohorte que le acompaña, fue más llamativa la llegada del presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. Tras su ingreso en la sala comenzó el acto. Había dejado antes un par de perlas políticas para los medios.
Hubo más presencia de fuerzas militares y empresariales con tono distendido en las conversaciones y en torno al tentempié nocturno en que se convirtió el ágape posterior al evento, ofrecido en el hall del recinto.
Reportaje gráfico: Ramiro, Jesús F. Salvadores y Marciano Pérez