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En busca de ayuda para ayudar

La casa que abre sus puertas a los pobres cumple 113 años

La Asociación Leonesa de Caridad echó a andar tal día como hoy de 1906 por iniciativa de unos notables de la ciudad para asistir a los pobres. 113 años después, afronta el reto de ampliar horario para mejorar la acogida y captar nuevos benefactores para sostenerse

León

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Más de 30.800 comidas, un total de 20.645 desayunos y 27.079 cenas es el balance del grueso de la atención que dispensó la Asociación Leonesa de Caridad en 2018. Un año más, la población que se acerca al comedor social —antigua cocina económica— menguó la demanda.  

«Pero se avecinan tiempos que no son halagüeños», señala Félix Llorente, presidente de esta entidad nacida de la sociedad civil, con un fuerte arraigo católico, y que como tal sigue prestando su atención a las personas más necesitadas en la céntrica casa que fue de la Caja de Ahorros en la plaza de Puerta de Obispo.  

Hoy se cumplen 113 años con las puertas abiertas de manera ininterrumpida a las personas más vulnerables de la sociedad. Algunos episodios que ha protagonizado son pura épica. Desde 1934 hasta la posguerra vivieron años de «verdadera angustia debido a la crisis económica». Según Llorente se llegaban a repartir 1.500 comidas diarias para paliar el hambre que campaba a sus anchas por la ciudad.  

En 1949, cuando llegó la ayuda americana con los restos del Plan Marshall, la casa de la Asociación Leonesa de Caridad —cedida por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León desde 1928, como reza en la placa— se convirtió en el epicentro de la ayuda. Instalaron una mezcladora para convertir en líquida la leche en polvo que venía en los grandes botes yanquis.  

Con el crecimiento de la ciudad y el progreso económico, la labor de la Asociación Leonesa de Caridad se empezó a desdibujar en el imaginario colectivo. A menudo se la confunde con Cáritas, aunque si vienen mal dadas, pero mal, todo el mundo sabe llegar al comedor social.

La cocina de la Asociación Leonesa de la Caridad, que cumple 113 años. FERNANDO OTERO PERANDONES  

Con solo cuatro trabajadoras en la cocina y dos trabajadoras sociales, a la vuelta de la esquina de Puerta Obispo, en el callejón de Maestro Copín, hay una puerta que levanta la tranca los 365 días del año. Un euro para las tres comidas al día y una tarjeta con la ficha personal son los únicos requisitos. Hay quien va a diario, hay quien pasa un día y paga tres y luego no vuelve...  

El único descanso que se toma el comedor social son las tardes de los domingos. A la hora de comer el voluntariado que asiste a las trabajadoras y a las Hijas de la Caridad —que gestionan la obra desde 1907— reparte el picnic para la cena.  

Lola Redondo forma parte de las 80 personas que con más o menos intensidad asisten a la labor de servir comidas y atender a las personas que, con mochilas reales y simbólicas que cargan sus espaldas, acuden a matar el hambre y vivir al menos un rato bajo techo.  

«Tengo 83 años y no los noto porque vengo aquí», asegura. Cinco días a la semana, tres comidas y dos cenas, presta su apoyo a este servicio caritativo que pusieron en marcha notables burgueses de la ciudad en 1906, tan solo unos meses después de aquel año en el que también vio la luz el Diario de León.  

Lola escogió la Asociación Leonesa de Caridad porque tenía un recuerdo muy marcado de la infancia. «Vivíamos con mis padres en la Serna y al ir al colegio siempre veíamos a los pobres haciendo cola. Algún día tengo que venir a ayudar a las monjas», pensaba.  

Han pasado 20 años desde que entró por primera vez en la casa y no sólo no ha dejado de ir, sino que enganchó a su nieto, Daniel Ingelmo, que desde que cumplió los 18 años no falta un domingo a ayudar en el comedor social.

Comedor de la Asociación Leonesa de la Caridad. FERNANDO OTERO PERANDONES

Fachada principal de la Asociación Leonesa de la Caridad, en Puerta Obispo. FERNANDO OTERO PERANDONES  

Los tiempos han cambiado mucho desde que aquellos señores, la mañana del 18 de noviembre se reunieron en la Casa Consistorial de San Marcelo con el alcalde Tomás Mallo López, quien declaró constituida la Asociación Leonesa de Caridad en el salón de plenos.  

En lo que siguen igual es en su espíritu de ayuda a los pobres desde la pobreza. Los donativos particulares, tanto en dinero como en especie, son la principal fuente de ingresos de los 369.000 euros que llegaron el año pasado para sufragar los 393.000 euros de la cuenta de gastos.  

Las subvenciones de Junta, Diputación y Ayuntamiento de León supusieron 82.555 euros (22%), principalmente para el sostenimiento de la casa de acogida para mujeres y menores víctimas de malos tratos. Las cuotas de las personas afiliadas (13%) aportaron 46.138 euros y las aportaciones de los usuarios 13.705 euros (4%). Las donaciones de patrocinadores alcanzaron la cifra de 138.304 euros (37%) y los donativos en especie un total de 73.400 euros (20%). Tiene más de un 72% del apoyo social de León.  

Félix Llorente señala que mantener este espíritu casi autosuficiente requiere un nuevo impulso de la sociedad leonesa con la entidad benéfica. Muchas de las personas que conocen su labor y la apoyan son ya mayores y dar continuidad en ese compromiso en las nuevas generaciones a veces es difícil.

En la cocina de la Asociación Leonesa de la Caridad, en Puerta Obispo. FERNANDO OTERO PERANDONES  

Con estas mimbres, el equipo de trabajadoras, hermanas y voluntariado obra cada día «el milagro de los milagros», recalca. El presidente de la Asleca agradece las aportaciones que realizan una serie de industrias, bancos, comercios, parroquias y cofradías en los donantes más destacados. Recuerda que la «pobreza, la miseria y la necesidad siguen siendo los graves problemas de la necesidad» para animar a la gente a acercarse y prestar su ayuda en el voluntariado o con aportaciones económicas.  

La casa, en la que aún quedan seis Hijas de la Caridad con dedicación a su misión, también quiere mejorar la atención a las personas que llegan al comedor. Sor Esther Seoane, que se acaba de incorporar hace apenas un mes, tiene entre sus prioridades ampliar el horario de apertura desde las 11 de la mañana y desde las cinco de la tarde para hacer una atención más integral.  

Para ello ha planeado reformar la entrada con unas sencillas mejoras de mobiliario. Unas mesas camilla recicladas de otros centros darán un aspecto hogareño a este espacio en el que a diario se apelotonan, a veces con ansiedad, las personas que llegan al comedor en la media hora previa a la apertura.  

«Queremos que en todo ese tiempo haya una trabajadora social para hacer seguimiento, entrevistas, apoyo laboral, sanitario y social», explica la nueva directora. Pasada la crisis, en la que el comedor desbordó el centenar de comidas diarias, el perfil de las personas que acuden se ha estabilizado en transeúntes y personas sin techo, con un aumento de la afluencia femenina.

Instalaciones de la Asociación Leonesa de la Caridad, en Puerta Obispo. FERNANDO OTERO PERANDONES  

Más mujeres

De las 709 personas atendidas el año pasado, un total de 105 fueron mujeres en su mayoría menores de 45 años. A estas usuarias hay que sumar las mujeres acogidas en la casa para víctimas de violencia de género, que forma parte de la red asistencial de la Junta. Actualmente, hay tres mujeres, una de ellas embarazada, otra con dos criaturas y una tercera con hijos e hijas ya independientes por la edad.

 

Comida en casa y duchas

La Asociación Leonesa de Caridad cuenta con un servicio de duchas, ropero y lavandería para la higiene de las personas transeúntes y sin techo. El año pasado atendió a 889 personas y se lavaron 8.090 piezas de ropa. También proporciona ayuda a domicilio con comida cocinada o alimentos para familias que atraviesan dificultades especiales.

Actualmente llevan a diario la comida a tres casas y a cinco los comestibles a través de un acuerdo con los Ceas municipales. Un programa de visitas escolares pretende acercar la labor de la Asociación Leonesa de Caridad a la población más joven del municipio para sensibilizarla con la vida más precaria.