«España debe aprender de otros países para Cataluña»
ÁLVARO SOTO
Pocos libros parecen más oportunos para este momento de la historia que uno que se titula Crisis, como el que el fisiólogo, lingüista, geólogo y ornitólogo Jared Diamond (Boston, 1937) acaba de publicar en España de la mano de la editorial Debate. En él, Diamond compara el modo en que los seres humanos superan las crisis personales y los países, las nacionales, y encuentra puntos en común. Profesor de la Universidad de UCLA, en California, y ganador del premio Pulitzer en 1998 por su ya mítica obra Armas, gérmenes y acero, Diamond, que continúa viajando cada dos años a Nueva Guinea para mezclarse con las tribus aborígenes, es uno de los divulgadores más reconocidos del mundo.
—Usted reivindica la palabra ‘crisis’ y la define como «un desafío importante que no puede resolverse con los métodos de gestión habituales».
—Es verdad que la mente enseguida asocia ‘crisis’ con lo negativo, pero lo que ocurre más a menudo es que las personas y las naciones logran superar sus crisis.
—En un mundo tan convulso como el actual, ¿no tiene la sensación de que el estado de crisis, que antes era excepcional, es ahora la norma, y que los periodos de tranquilidad son la excepción?
—Eso depende de lo que entendamos por crisis. Yo diría que una crisis de verdad ocurre una vez cada generación o cada dos generaciones.
—Hong Kong, Chile, Bolivia, Cataluña. ¿Existen puntos en común?
—Veo vínculos. Hay dos tipos de malestar en el mundo. Por un lado, está el de las democracias occidentales, Estados Unidos y Europa, que tiene que ver con el nacionalismo, el populismo y los movimientos de extrema derecha. Pero los problemas más graves están ligados con la globalización. Por primera vez en la historia, lo que ocurre en los países más pobres, Afganistán, Somalia o Irak, tiene un impacto en los países ricos.
—¿Alguna propuesta para que España afronte el conflicto en Cataluña?
—España tiene un problema menor, que es la imposibilidad de formar gobierno, y uno de mayor calado, que es Cataluña. Hay ejemplos de países como Nueva Zelanda, Holanda, Suiza o Canadá que a lo largo de su historia han tenido amenazas de secesión y España debe aprender de alguno de esos modelos. Otra solución sería tener un presidente muy valiente que dijera: ‘Lo que hemos hecho hasta ahora es estúpido y propongo para Cataluña unas cosas por las que mucha gente me va a odiar y no me va a votar, pero en los x años que me quedan en el Gobierno voy a resolver el conflicto’.
—Argumenta que los países con identidades nacionales fuertes salen mejor de las crisis. ¿Pero en qué momento una identidad nacional fuerte comienza a ser un problema?
—Alemania, en los años 30, tenía demasiada identidad nacional. Yo creo que España, hoy en día, tiene una identidad nacional demasiado exclusiva. No escucho hablar de los aspectos que castellanos, vascos, catalanes y gallegos tienen en común y de los que pueden sentirse orgullosos. Siendo un país pequeño, España ha jugado un papel importante en el mundo. Por eso, para solucionar el conflicto con Cataluña, España debe enfatizar todo lo que une al país y no apoyar a la extrema derecha, mientras que los catalanes también deben aceptar que tienen muchas identidades: como miembros de su familia, como catalanes y como españoles.
—Usted cuenta que los finlandeses se reconciliaron rápidamente tras su guerra civil de 1918. En España, 80 años después, la guerra civil sigue en el debate público. ¿Por qué?
—Estoy pensando en un proyecto para entender por qué algunas reconciliaciones se producen rápido y otras no se producen. Diría que la guerra civil de Finlandia fue una guerra política, mientras que la española fue ‘¡Por Dios y por España!’ (lo dice en castellano). Las confrontaciones políticas se resuelven con más facilidad, pero las que tienen que ver con Dios y con la patria son más difíciles de olvidar.
—En el libro detalla que el mundo se enfrenta a cuatro enormes amenazas que, cada una por sí misma, podría destruirlo: las armas nucleares, el cambio climático, el agotamiento de los recursos y la desigualdad.
—No voy a decir que soy optimista, pero tampoco soy muy pesimista. El mundo tiene problemas graves que se pueden resolver, pero lo que hay que saber es si el mundo querrá resolverlos. ¿Sacarán los americanos a Trump de la Casa Blanca en 2020? ¿Rectificarán los británicos con el brexit? ¿Resolverá España el problema de Cataluña? Son problemas que se pueden solucionar.
—Usted tiene miles de lectores en todo el mundo, pero también detractores. Antes le acusaban de dar una visión negativa de las tribus y ahora dicen que se olvida de las mujeres y las minorías, que escribe desde la perspectiva de un hombre blanco, que es un historiador que ve el mundo «a 30.000 pies de altura»...
—Ahhh, el majadero ese (se refiere a Anand Giridharadas, periodista que publicó en el New York Times una reseña muy dura contra Diamond). Esta persona ha forjado su carrera atacando a otros desde la perspectiva de lo políticamente correcto. Pero decir que los europeos conquistaron el mundo, que por eso hablamos lenguas indoeuropeas o que los editores publican mis libros porque tienen éxito son hechos comprobables.