Diario de León
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c Ángel Alonso escribe de ‘El sobre del alcalde’: «Sorpresa en el sobre. No hablamos de los sobres que reparten los políticos para que les votemos, ni siquiera de los sobres que se reparten muchos de ellos debajo de la mesa, sino de ese sobre de feria que guarda una sorpresa dentro. Y ahora la tenemos delante, nos ha explotado en la cara y ni tan siquiera sabemos cómo reaccionar. El alcalde Díez se ha alineado pública y notoriamente como leonesista y algunos no sabemos cómo entender este giro. Si es mediático, sería una ocasión tirada a la basura y nos daría otra prueba más de la indignidad (que se me antoja un adjetivo suave para definir la acción) humana. Si es un sentimiento sincero, nuestra más también sincera enhorabuena por atreverse a sacar a la palestra tan temerario movimiento. Ojalá le secunden con la misma objetividad los demás políticos leoneses y abandonen esa rastrera manera de obedecer como ovejas los mandamientos de un falso dios que sólo piensa en llenar sus bolsillos y no los intereses comunes. Ya es ensalzable el atrevimiento de sacar a colación otra vez nuestra maltratada pero profunda querencia por esta nuestra tierra y pasearla un poco por el resto de la comunidad autónoma, y de paso por el país, que también existimos, aunque no nos lo creamos del todo ni nosotros mismos allende nuestra tierrina. Que solo haya servido para esto hace de la exaltación un mero pataleo más, pero esperemos que en algún momento la bestia despierte y ruja de verdad, se atreva a salir del castillo que la retiene aislada y menospreciada. Somos presos democráticos en una comunidad autónoma que nos hiere y que nos sangra, presos de una supervivencia que se vislumbra más negra que el carbón que ha quedado bajo nuestros pies. Romper las cadenas requiere un esfuerzo político que solo los auténticos serán capaces de afrontar, y necesitan de nuestro apoyo, de nuestro interés y de nuestra unión, que, como decía otro personaje por ahí, hay que ir en una dirección, pero señor mío, esa dirección no la marca un partido sino un pueblo. Ojalá y por nuestro bien tengo usted eso bien claro y ojalá lo tenga todo el mundo. No olviden que están aquí para eso, aunque se empeñen en lo contrario. No pretendan confundirnos los que insisten en medrar a costa nuestra. Que lo proclamo por un presente y un futuro que todos queremos y merecemos, que el pasado no hay quien lo cambie, aunque en los libros no aparezca según fue, y que el futuro tampoco será como pensamos, por mucho que insistamos, si es que no hacemos entre todos nada por cambiarlo. Eso sí, luego a quejarse a las redes sociales, que no vale eso de hablar de política en las esquinas de todos los bares y fuera de ellos, que apesta ese aliento de queja y de falta de acción. Así que lo dicho, a arrimar el codo y Sr. Díez, por favor, no se deje achantar por trivialidades ni por provincias que no quieren estar en este proyecto, se quedaron atrás y no se puede obligar a estar a quien no quiere y que al final sería un lastre. El futuro solo pertenece a los valientes, los demás se tendrán que conformar con la mediocridad. Ojalá pase a la posteridad como ese señor que hizo de León una provincia con futuro».

c Luis Alberto Rodríguez Arroyo asegura que ‘No es diálogo, es chantaje político’: «A los independentistas se les llena la boca manteniendo que el problema catalán es político, y que sus vías de resolución pasan por establecer una ‘mesa de diálogo’. Pero nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que el secesionismo catalán ha conducido el procés por una equivocada ruta unilateral, desobediente e ilegal, y por lo tanto su resolución —hasta la fecha— únicamente es judicial. Otra cosa —bien distinta— es que reconocieran el camino equivocado, y líderes políticos limpios de procesos penales trataran de reconducir el asunto. Pero eso aún está por llegar. Así las cosas el diálogo obviamente tiene que esperar. Pero no sólo eso, sino que éste último —de producirse— debería ser entendido como una ‘discusión sobre un asunto o problema con la intención de llegar a un acuerdo o de encontrar una solución’ y no como una moneda de cambio para que ERC preste su abstención a la investidura de Pedro Sánchez. Así a nadie se le escapa que el ansiado y pretendido diálogo únicamente se traducirá en una serie de inasumibles premisas puestas encima de la mesa por el mundo secesionista, que de no ser atendidas impedirán dicha investidura. Es decir, hay poco o nada que negociar o dialogar. Simplemente es un bidireccional chantaje político por el que ambas partes —independentistas y Sánchez— obtienen réditos personales e hipotecan no sólo su futuro, sino el de todos».

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