Lo que de bueno da la tierra
maría j. muñiz
rUn universo de excelencia que crece y gana prestigio y adeptos, una variedad que se pone en valor, inversores de fuera que llegan a los viñedos locales a experimentar proyectos innovadores y a exprimir la cualidad de las variedades locales, un escenario que se va abriendo a los aficionados y curiosos a través de las crecientes iniciativas de enoturismo,... Los vinos de León tienen mucho por lo que brindar, y los leoneses un enorme y variado escaparate en el que encontrar los mejores aliados para sus celebraciones navideñas y los regalos que dejan mejor gusto.
Las dos denominaciones de origen de las que presume la provincia son buen ejemplo de este cada vez mejor hacer de los bodegueros locales, y del trabajo incansable de los consejos reguladores para seguir avanzando en un mercado enormemente competitivo, que ha crecido con fuerza en oferta mientras lucha por no perder consumidores.
El caso de la DO Bierzo es un gran ejemplo de este espíritu de superación. Acaba de recibir la autorización (la primera de las denominaciones españolas) para clasificar sus viñedos en zonas menores, como hace un selecto grupo de comarcas vinícolas a nivel internacional. La denominación general se dividirá ahora en clasificaciones de viña, paraje, viña clasificada, gran vino de viña clasificada,... Se incluye en la regulación además la elaboración del tradicional clarete, una seña de identidad en la provincia.
La denominación crece con la incorporación de 10 nuevos municipios, que sumarán sus propuestas a las alrededor de 80 bodegas actuales incluidas en la DO. Y se incorporan dos nuevas variedades: Merenzao y Estaladiña, que sumarán sus matices a la imperante Mencía (que suma casi el 75% del cultivo); y a sus crecientes propuestas de Godello (4%). Junto con la Garnacha Tintorera, Doña Blanca y Palomino.
El impulso de la DO León, y su capacidad de superar el enorme destrozo que causaron en sus viñas las heladas de la primavera de 2017, es otro ejemplo a valorar. La denominación busca que el consumidor reconozca su identidad y las alrededor de 40 bodegas que la componen continúan apostando por la modernización y la proyección de sus propuestas y volcándose en exprimir las posibilidades de su característico Prieto Picudo. Pero también del recuperado Albarín, aún pequeño pero que crece en adeptos con enorme fuerza. Casi un 70% del cultivo es de la primera variedad, la segunda ocupa apenas un 3%, todo un logro cuando estaba a punto de ser olvidada.
Y es que los blancos de León (basados en Albarín y Godello en cada una de las DO) ganan complejidad, fuerza y mercado. Aún queda mucho para crecer.