Diario de León

El gallo y el color de los Reyes Magos

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rA la creencia en los reyes Magos han sucumbido quienes viven en León, vengan de donde vengan. Quizá, la fiesta más sorprendente para quienes han abandonado sus países y viven aquí, en una provincia que es ahora su casa.

La fiesta ha abandonado sus raíces religiosas para convertirse en un culto a la infancia. En todas las casas de León, sin tener encuentra procedencia o culturas. Sólo la crisis o las dificultades económicas impiden su celebración, aunque multitud de asociaciones vecinales, parroquiales y ong se vuelcan en ayudar a los Reyes Magos a que lleguen a todas las casas la noche entre el 5 y el 6 de enero, cuando la ciudad y los pueblos duermen.

No siempre fueron reyes, ni tres, ni de diferente color. Melchor, Gaspar y Baltasar, aparecen por primera vez en el mosaico de San Apollinaire Nuovo, en Rávena, en el siglo VI. Van ataviados al modo persa con sus nombres encima y representando tres edades. Pero tuvieron que pasar varios siglos, hasta el XV, para que el rey Baltasar aparezca con la tez negra y los tres reyes, además de representar las edades, representen las tres razas conocidas entonces: Melchor como europeo, Gaspar asiático y Baltasar al continente africano. Ahora, el partido de derecha extrema VOX ha resucitado la polémica de las razas con una felicitación que representa a los tres Magos blancos, y que no llegó a enviarse ante la polémica.

Como ritual religioso, se mantiene apenas el ritual religioso católico de la misa del gallo, que se celebra antes de la medianoche de la Nochebuena para conmemorar el nacimiento de Jesús. La introdujo Sixto III (siglo V), introdujo en Roma la costumbre de celebrar en Navidad una vigilia nocturna, a medianoche, «en seguida de cantar el gallo», en un pequeño oratorio, llamado ‘ad praesepium’ (justo ante el pesebre), situado detrás del altar mayor de la Basílica de Santa María la Mayor de Roma.

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