Salud
Equilibrio invisible
Usuarios del CRE de San Andrés del Rabanedo participan en un estudio diseñado por especialistas en ciencias de la actividad física y el deporte que utilizan los beneficios del yoga adaptado para personas con grave dependencia. Los resultados no evidencian que los participantes mejoren su calidad de vida pero sí la percepción de su propio cuerpo y su relación con los demás. La actividad es una de las que más aceptación tiene en el centro, según la psicóloga responsable.
La discapacidad física severa disminuye la consciencia sobre el propio cuerpo, pero el ejercicio físico puede ayudar a mejorar no sólo la salud sino la interacción, la percepción y los pensamientos. Un grupo de cuarenta personas del Centro de Referencia Estatal para la Atención a Personas con Grave Dependencia (CRE) de San Andrés del Rabanedo y profesionales de ciencias de la actividad física y del deporte como Mabel García Porro, graduada en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y David Suárez Iglesias, doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad de León, participan en un estudio sobre los beneficios de la práctica del yoga adaptado a personas en silla de ruedas. Los resultados sugieren que practicar yoga en grupo y sentado durante diez semanas y a diario, en clases de 60 minutos de duración, no produce diferencias en la calidad de vida, pero mejora la conciencia interoceptiva (los aspectos inconscientes, subjetivos) entre las personas participantes en la actividad. «Quizás fuera necesario un yoga más individualizado en vez de las clases grupales que nosotros ofrecíamos, para lograr mejoras en la calidad de vida de estas personas, cuyas condiciones de salud son muy específicas y heterogéneas. Sin embargo, sí que se observaron evidentes mejoras en la conciencia interoceptiva entre los practicantes de yoga. Esto es importante, ya que se ha sugerido que la calidad de vida de las personas con discapacidades moderadas a severas depende del establecimiento y mantenimiento de un sentido de equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu», explica David Suárez Iglesias.
Este resultado se evidencia en la participación de los usuarios. «Una de las clases más esperadas y con más aceptación de las que hemos tenido en el centro», asegura la psicóloga del CRE Ana Lorenzana.
«Esta clase me da luz y paz». Ese es el efecto que el yoga adaptado tiene sobre Verónica, una mujer de 34 años con parálisis cerebral. Verónica escribe en el móvil sus sensaciones, ante la dificultad de expresarse de manera más rapida. «Es una dosis de energía semanal. Mejoro semana a semana mis posturas gracias a los consejos de Mabel. Siento paz interior».
El grupo cuenta con asistentes personas a los usuarios a realizar los ejercicios menos accesibles.
«Las clases individuales se confundirían con la fisioterapia. La importancia, con ejercicios iguales para un grupo heterogéneo, es que todos se sienten integrados. Nosotros nos adaptamos a ellos», asegura Mabel García. «La calidad de vida de las personas afectadas con discapacidades severas va a depender de la percepción y relación del cuerpo, la mente y el espíritu».
«Me ayuda a controlar mis impulsos, mi rabia». Así se siente Sonia Natal, de 41 años, afectada de Atasia desde los 17. Sonia vive desde los 10 años en el CRE de San Andrés del Rabanedo. «Desde que practico esta actividad me relaciono mejor con las otras personas».
El mismo beneficio siente Álvaro Torres, de 32 años, afectado con parálisis cerebral. «Me siento mejor físicamente. Me relaja la mente y el cuerpo». Álvaro vive desde hace 11 años en el CRE.