la compostelana

Después de dos semanas largas de camino, Manuel y Carlos llegaron a Santiago. Era el mes de septiembre. Llegaron a las siete de la mañana y les dieron el número 500 para conseguir la compostelana. Calcularon mal y cuando volvieron, después de comer, ya se les había pasado el turno. «Me querían dar hora para el día siguiente. Pero nos íbamos», relata. Al final, se la dieron por ovación popular. La gente de la cola lo pidió y la encargada salió personalmente a entregársela. Fue el penúltimo gran regalo que recogió en el Camino de Santiago. El último está por llegar.