Cine
Travesía inclusiva del Caribe a León
Lo que siento por tí es una película sobre la aceptación de personas con capacidades diferentes y mucho más. La cinta del cineasta dominicano Raúl Camilo cuenta tres historias reales de personas con autismo y síndrome de Down. En su estreno en León, en El Albéitar, recaudó fondos a favor de Amidown y rindió tributo a su suegro, el veterinario leonés Carlos López, que tuvo que exiliarse en 1955 al país caribeño.
Lo que siento por ti está basada en las historias reales de transformación y superación de tres familias muy diferentes. Ana lucha para que sus hijos, Leo y Juan, dos jóvenes con autismo sean aceptados por su entorno. Viven muchos días de rechazo y frustraciones hasta que «la necesidad de aceptación de Ana y sus hijos genera una gran transformación en las personas de su barrio, su trabajo, su colegio y al final de la sociedad», explica Raúl Camilo, el director.
La historia de Jorge y Diana es el drama que vive una pareja que no logra concebir después de ocho años de matrimonio. Un inesperado acontecimiento cambiará sus vidas.
La tercera historia es la de Luis, un adolescente con síndrome de Down, que logra participar en los II Juegos Latioamericanos de Olimpiadas Especiales en Puerto Rico. Su padre, Carlos, se ve obligado a acompañarlo y entrenarlo para la competición. En una semana juntos se produce una conexión que no existía.
El punto de partida de esta película que llegó a León de la mano de Amidown y El Albéitar también es una historia real. Raúl Camilo y Maribel López tienen tres hijos y dos de ellos tienen un trastorno del espectro autista (TEA). La pareja, de raíces leonesas por el padre de Maribel, el veterinario Carlos López Domínguez, puso en marcha en 2010 la Fundación Quiéreme como Soy en República Dominicana, su país, cuyo objetivo es promover la aceptación de personas con discapacidad intelectual. Un matrimonio que tiene un hijo con síndrome de Down se unió a ellos en este reto por la inclusión real.
Quieren que «se deje de ver con pena a las personas con síndrome de Down» y trabajan por la inserción laboral y contra el bullying mediante campañas educativas y de sensibilización.
«Las personas con síndrome de Down son más capaces de lo que se cree, sólo hay que darles una oportunidad», subrayan. Las cualidades y la inteligencia emocional de que gozan estas personas se potencian en capacidades a través de la educación. La aceptación transforma su entorno y la sociedad, tal y como se refleja en la película a través de historias reales.
«El autismo es más complejo. Es más difícil de aceptar. Hay una pérdida y un duelo. Te nace un niño que aparentemente está bien y es como si te lo cambiaran», explican Raúl Camilo y Maribel López, odontóloga de profesión que se ha llegado a especializar en TEA por sus hijos.
«Son personas que también destacan por una inteligencia emocional grande si son bien comprendidas», apostilla. «Van a hacer trabajos incluso mejor que personas que no lo tienen», asegura.
De sus dos hijos con TEA, el mayor estudia Bellas Artes y lleva una vida independiente y el más pequeño está en la Secundaria, no tiene capacidad de procesar información de forma organizada. Cuenta con apoyos dentro y fuera del aula. Su experiencia es que no todo el profesorado se implica de igual manera ni la educación inclusiva está al alcance de todo el mundo.
«Nunca fui terapeuta de mis hijos. Fui madre», aclara. Pero se empapó de conocimientos y experiencias. «Como sabía qué hacían con ellos podía dirigir», afirma para explicar el éxito de su lucha. No cabe duda de que tener una familia alrededor ha sido decisivo en este reto. «La importancia de tener una tribu alrededor que te dé soporte es que lo que empieza como algo muy negativo se convierte en algo positivo. Depende de ti», subraya.
La película Lo que siento por ti suma la vocación profesional de Raúl Camilo con su experiencia personal y un elenco que cuenta con actrices como la cubanaYordanka Ariosa, Concha de Plata por El rey de La Habana o el colombiano Robinson Diaz, también muy conocido por su participación como el Cabito, en El cartel de los sapos .
La cinta de Raúl Camilo no logró entrar en el circuito de la todopoderosa de Netflix pero ha participado en 16 festivales y consiguió hasta cinco premios La Silla en su país. Estados Unidos, la embajada de la República Dominicana en Madrid y el cierre Festival de Cine Iberoamericano de Huelva han sido algunos de sus destinos.
Desde la ciudad andaluza pudieron acercarse a León gracias a la colaboración de Amidown León y el Área de Actividades Culturales de la Universidad de León. La proyección en El Albéitar, el pasado 10 de diciembre, cobró un significado muy especial. No sólo por tratarse de un pase dedicado a recaudar fondos para la asociación, sino también por ser el lugar donde su suegro se formó como veterinario.
En 1955 se exilió a la República Dominicana. Era hijo de un represaliado, Alejandro López Sardina, y en España sabía que no tendría oportunidades para desarrollarse. Curiosamente fue acogido en un país gobernado por otro dictador, Trujillo. «Había creado la universidad y quería profesores blancos», explica su hija Maribel. Su tío Carlos también se fue a Madrid, aunque su devoción por León le traía a la capital todos los fines de semana. De su mano vinieron por primera vez a León. Encontrar en Amidown y en la ULE dos entidades aliadas para divulgar su película fue también un tributo a su suegro y padre. «Cuando diagnosticaron a nuestro hijo, respondió como un científico: Hay que buscar una solución», les dijo. Carlos López Domínguez fue un hombre muy querido y respetado en el país que le acogió. Cuando falleció los alumnos le hicieron la guardia de honor. También era un ser especial. Amigo de sus amigos. Hasta las últimas consecuencias. Fue el único que le quedó a un profesor represaliado por Trujillo, compañero de universidad.