Diario de León
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León

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Mantener una tradición durante medio siglo no es cosa fácil, mucho menos si ese hecho reiterativo exige un gran esfuerzo. Por eso, la Peña de Montañeros Gistredo de Bembibre celebra con orgullo los 50 años de una acción que nació de la iniciativa de unos pocos atrevidos y se ha convertido en un acontecimiento social de primer orden para los amantes de la montaña en el Bierzo e, incluso, más allá de sus fronteras. La instalación del belén en el Pico Catoute (2.117 metros) marca el inicio de la Navidad cada año desde 1970.

Aquella primera vez y otras varias sucesivas fueron necesarios dos días para llegar hasta la cima desde Bembibre, haciendo noche en Los Montes de la Ermita, entonces habitado. Afortunadamente, el presente es mucho más favorable, la red de comunicaciones nada tiene que ver con lo que había entonces y la preparación y el material de los expedicionarios es otro cantar. Ello no quiere decir que alcanzar la cumbre sea tarea fácil si el tiempo se pone guerrero. Sin ir más lejos, de la expedición de este año, formada por 150 montañeros, solo ocho alcanzaron los 2.117 metros para colocar las piezas del belén al resguardo de las losas que son su refugio ante las crudezas del invierno. La nieve marcó el paso de los montañeros como lo hizo también aquel diciembre de 1970. Quizás, un homenaje que la montaña ha querido hacer a quienes le rinden pleitesía, porque la inmensidad desde lo alto del Catoute es todavía más espléndida si está cubierta de blanco.

La subida hasta la segunda cumbre más alta del Bierzo —solo superada por Valdeiglesias (2.136), también en la Sierra de Gistredo— no está exenta de peligros. La nieve, el hielo, la ventisca... Cualquier contratiempo desacelera el paso de los montañeros e, incluso, les puede obligar a retroceder. Al principio, en aquellos primeros años, la nieve era la norma generalizada y las complicaciones una mochila más que, alguna vez, obligó a dejar las piezas antes de lo previsto, en el Alto de Calogán e, incluso, borró el rastro del belén para cuando fueron a buscarlo. Ahora, también ellos notan las consecuencias de un cambio climático que ha suavizado los inviernos.

La colocación del belén en la cima del Pico Catoute es el acontecimiento más mediático de los protagonizados por los socios de la Peña de Montañeros de Gistredo, pero mucho más intensa es la actividad de un club de montaña que merece un reportaje por sí mismo. Es el más antiguo de los que están en activo en la provincia de León y uno de los más numerosos, con alrededor de 800 socios. Hombres y mujeres que aman la montaña y han formado una alianza casi familiar que se extiende a grupos de otros territorios. La montaña une y la colocación del belén en la cumbre del Bierzo hace lo propio. De hecho, han sido varias las ocasiones en las que la expedición hasta la cima para instalar el nacimiento se divide en dos. De Colinas del Campo de Martín Moró Toledano parten los de Gistredo y en Salentinos, la otra cara del Catoute, inician el paso montañeros lacianiegos con sede en Villablino. Dos comarcas otra vez unidas. No por el carbón, sino por otro de los más grandes recursos que tienen ambas: la rotundidad de sus cumbres, envidiada, envidiable y, a veces, no lo suficientemente valorada.

Hasta que la primavera asoma está el belén en el Catoute. También eso ha cambiado, ya que antes se volvía después de Reyes. Lo que no cambia es lo de los villancicos, el turrón y el cava allí arriba.

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