Ganan los separatistas
Pedro Sánchez tiene tanta prisa por llegar a la investidura por temor a que la Junta Electoral pueda inhabilitar a Quim Torra y el presidente de la Generalitat responda convocando elecciones en Cataluña. Un escenario en el que dada la lucha abierta entre ERC y el partido de Puigdemont por la hegemonía en el campo independentista Esquerra pudiera renegar del pacto con Sánchez para abstenerse en la votación de investidura. De ahí vienen, como digo, las prisas para convocar el pleno del Congreso en fin de semana y con la Pascua Militar y el día de Reyes de por medio.
No hay precedentes de algo semejante y por contraste con el sesteo que hemos padecido mientras Sánchez provocó la repetición de las elecciones legislativas pensando que iban a ser un plebiscito, tanta prisa se hace sospechosa. Como tantas otras de las maniobras del presidente en funciones. Claro que cualquier palabra crítica acerca del tartufismo político de Pedro Sánchez es una palabra de más. Toda España conoce que es capaz de traicionar por la tarde lo dicho por la mañana y hacerlo sin inmutarse. Es probable que no haya leído a Maquiavelo pero es seguro seguidor de aquella idea que se le atribuye según la cual el fin justifica los medios. En el caso de Sánchez el fin está claro: permanecer en el poder. A cualquier precio. En la parte que conocemos, aunque dada la opacidad con la que ha llevado a cabo las negociaciones puede haber una agenda oculta,el precio pagado ha sido pactar con ERC la celebración de una consulta en Cataluña que los separatistas presentan como un paso de gigante en línea con sus exigencias de autodeterminación.
Lo que sabemos del pacto es que quince días después de la formación del nuevo Gobierno se constituirá en pie de igualdad una mesa de negociación entre el Gobierno de España y el de la Generalitat. La euforia con la que los dirigentes de ERC manifestaron su satisfacción tras haber ratificado el acuerdo lo dice todo en orden a ponderar quien sale ganando en el pacto. El PSOE asume el lenguaje de los separatistas. Y, lo que es más inquietante, lo pactado con ERC cuyo líder, Junqueras, está en prisión condenado por un delito de sedición, anula cualquier operación para explicar fuera de España que la ofensiva de los separatistas para segregar una parte del territorio nacional es ilegal.