Mujeres brillantes
Una chica sobresaliente en Harvard
acaba de iniciar sus estudios en el prestigioso campus de Harvard tras ser seleccionada por 14 universidades estadounidenses de las dieciesiete a las que concurrió. «Todo es posible con el esfuerzo, el límite es el cielo».
Leonesa por parte materna, madrileña de nacimiento y barcelonesa de crianza, Paula Leyes Carreño se convirtió en agosto en una de las 20.000 alumnas y alumnos de la Harvard University. Fue una elección de última hora. Estaba decidida a ingresar en Standford, pero al prestigio internacional y la calidad académica de Harvard se sumó un factor emocional que le dio el empujón.
«El discurso del presidente de la universidad a los estudiantes que habíamos sido admitidos fue muy inspirador. Decía algo así como que en Harvard se respira un ambiente de que todo es posible con el esfuerzo y que el único límite es el cielo», explica.
Laura Leyes Carreño, con promedio de diez en la ESO y el Bachillerato y tercera nota más alta de Selectividad en Cataluña (13,78 sobre 14), quería estudiar matemáticas e informática y quería hacerlo en el extranjero. «Desde pequeña he hecho programas internacionales de verano, primero de idiomas y luego de ciencias. Me encontré a gente muy diversa que se planteaba esta opción y me planteé que yo también podía hacerlo», comenta.
Antes de terminar la selectividad ya estaba en el proceso de presentación de candidaturas a universidades estadounidenses. «La idea inicial era ir a Inglaterra, por la cercanía, pero cuando tuve más información del sistema americano opté por Estados Unidos», explica.
Le atrajo la idea de cursar asignaturas ajenas a su carrera a lo largo de sus estudios universitarios. Son las llamadas ‘artes liberales’, que obligan al alumnado de carreras de ciencias, matemáticas, tecnología o ingeniería —stem por las siglas en inglés— a estudiar algunas asignaturas de humanidades y ciencias sociales y viceversa en todos los años de la carrera. Además se exigen requisitos de educación general.
«Creo que este sistema de las artes liberales ofrece un tipo de formación más global», afirma. La joven desconocía este modelo hasta que se puso a hacer la selección del destino universitario, Otro factor que le ayudó a decantarse por el destino americano fue «que mi padre y mi madre habían realizado parte de su formación en Estados Unidos y me decían que era bueno».
Laura Leyes no se quiso jugar el futuro a una carta. Envío su candidatura nada menos que a diecisiete universidades. Por supuesto, fue algo más complicado que rellenar un formulario por internet. Cada universidad exige un examen general y algunas uno específico de matemáticas, física y francés. También tuvo que acreditar su nivel de inglés y presentar ensayos sobre su persona, junto con cartas de recomendación del profesorado.
Harvard, Princeton, Columbia, Standford, Northewestern, Duke, Ucla en Los Angeles y en Beckerley, Cornell, Georgetown, Harvey Mudd, Dartmouht... son algunas de las universidades a las que concurrió como candidata. Desde agosto es alumna de Harvard junto a otros tres estudiantes españoles. Dos chicas y dos chicos. Curiosamente ellas estudian ciencias y ellos humanidades, como si de pronto el mundo fuera al revés. O simplemente, dice Laura Leyes, «como una gran prueba de que las cosas están cambiando y se puede».
El primer curso en Havard es de introducción. A partir del segundo semestre tendrá que elegir entre dos caminos. «Puedo optar por matemáticas puras e informática, que serían dos carreras, o por matemáticas aplicadas a la informática», señala.
La vida está llena de elecciones. Y la joven de ascendencia leonesa por parte de madre —su padre es gallego— se decantó desde pequeña por los números, a pesar de que mucha gente «asumía que iba a ser médico como mis padres». Ella lo tuvo claro. «Siempre me han gustado los números y el razonamiento y además todo el mundo que nos rodea está basado en las matemáticas», apostilla.
A las niñas y jóvenes que sienten esta atracción como ella les anima a «que sean fuertes y no se dejen tirar para atrás».En su caso lo ha tenido todo a su favor, sólo tuvo que ser firme para no dejarse llevar por las expectativas de que imitara la profesión de su madre.
Otra experiencia que le ha facilitado tomar la decisión de irse a estudiar fuera de casa con 18 años han sido las experiencias internacionales que ha vivido desde los 13 años. En aquella ocasión participó, en Inglaterra, en una estancia para un programa de matemáticas y física. «Me fue bien y quise repetir», comenta.
En Estados Unidos participó en otra estancia y posteriormente obtuvo una beca de investigación de la Fundación Cataluña La Pedrera para un programa de ciencia y tecnología en la Universidad de Yale. Los idiomas han sido decisivos en el éxito que ha tenido para ser admitida en tantas y tan prestigiosas universidades norteamericanas. Habla inglés, francés y alemán además de catalán y castellano. El inglés lo llevaba de serie del colegio concertado en el que estudió en Barcelona, el francés y el alemán los perfeccionó en Suiza durante varias estancias.
Respecto a su futuro profesional, Paula Leyes se visualiza «en una empresa tecnológica que me permitiera hacer algo de investigación». Pero antes de plantearse trabajar quiere formarse más allá de la carrera y en otro país. Quizá un máster. Aún no sabe dónde.
De momento, está centrada en la frenética actividad académica de Harvard. «El ritmo de las clases es acelerado, a veces puede llegar a estresar un poco, pero hay mucha motivación y gente muy diversa», apunta.
Como alumna de primer curso reside en el campus en un edificio central que dispone de comedor. Toda la ‘tropa novata’ desayuna, come y cena junta para facilitar las relaciones. Paula ya ha vivido una experiencia gratificante de estos primeros vínculos. Una compañera le invitó a Miami a pasar el día de Acción de Gracias, una de las fiestas más señaladas en Estados Unidos. También tuvo la oportunidad de visitar Boston después de los últimos exámenes que, aunque ella no lo dice, parece que apuntan con muy buenos resultados.
El dinero no es un obstáculo para estudiar en Harvard. Así lo aclara Paula Leyes al animar a los jóvenes a presentarse a esta universidad si se ven con ganas y capacitación. Harvard utiliza el método need-blind en lo que se refiere a aspectos económicos durante todo el proceso de selección. Una vez finalizado, la persona admitida envía los justificantes de su capacidad económica. «Si no tiene suficiente para costearse los estudios, la universidad dispone de un fondo de ayudas que los estudiantes no tienen que devolver», asegura. En su caso no fue necesario pues «soy hija única» y sus padres cuentan con sueldos de profesionales.