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El microteatro de Miami cumple 80

Apenas cuatro paredes metálicas de un contenedor de carga, una mesa, una cama o una silla les valen a los artistas de microteatro para sumergir al espectador en una historia que lleva ochenta temporadas cautivando al público de Miami.

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Publicado por
León

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El Centro Cultural Español de Miami fue hace ocho años el introductor de este formato teatral en la llamada «ciudad mágica» y este jueves por la noche estrenó su octogésima temporada, «Feliz Nuevo Micro», en la que durante cinco semanas va a presentar siete obras en siete contenedores de carga instalados en un aparcamiento.

Uno de los grandes éxitos de la noche del estreno fue «Y el anillo Pa’Cuando», protagonizada y dirigida por el catalán Aarón Urbano, que «con la piel de gallina» después de más de cuatro horas de representaciones seguidas relató a Efe su experiencia. Su obra trata la relación de una pareja, en la que Ana Paula, una chica de familia adinerada, pide ayuda a su novio Lucas para encontrar a su padre desaparecido, pero lo que encontrará en la casa de éste pondrá a prueba su idílica historia de amor. «El microteatro funciona porque hacer una obra de quince minutos no es lo mismo que hacer una obra de hora y media. Ir a ver una función de hora y media es un plan mucho más premeditado, te implica más y cuesta más dinero», señala a Efe Urbano.

El microteatro por dinero surgió en 2009 en un antiguo burdel del madrileño barrio de Malasaña en el que 13 grupos autónomos representaron en las diferentes habitaciones obras de menos de quince minutos para grupos reducidos.

Los diferentes grupos teatrales trataron el tema de la prostitución en sus obras y el formato tuvo tanto éxito que se llevó a otros lugares y plagó la ciudad de historias irreverentes de todo tipo. La iniciativa, impulsada por Miguel Ancantud, tuvo una gran repercusión mediática y este formato teatral se popularizó hasta que en 2012 cruzó el charco y se representó por primera vez en Miami.

En el microteatro todo vale para entretener al público durante escasos minutos e incluso, en ocasiones, la cuarta pared se rompe y el espectador entra a formar parte del espectáculo como ocurre en «Mosquita Muerta», dirigida y escrita por la cubano-estadounidense Victoria Collado, que repite en esta nueva temporada.

Las obras que completan el cartel son «El método DiCaprio», «Muertos y revueltos», «Se me escapó un Pedro», «El voyerista» y «Congreso mundial de damnificados por Sofía».

En un espacio reducido como un contenedor, la escena se acerca tanto al público que éste puede incluso oler a los actores. Cada acción está medida al milímetro y es para muchos, como Urbano, una de las pocas formas de «trabajar como actor». «Si esto no existiera, la gente no estaría haciendo teatro, porque en Miami hay poco teatro y esto te da la oportunidad de trabajar como actor, como director, como coreógrafo, como guionista y eso es una suerte», comenta.

Urbano vive en Madrid, es fisioterapeuta de profesión y compagina sus dos pasiones «cuando puede», pero lamenta la dificultad que supone para él y para muchos trabajar como actor. «Yo en Madrid empecé a estudiar interpretación hace diez años, pero es muy complicado ser actor. Entonces me propuse escribir algo porque había muchas salas, las obras son más cortas y cada mes se hacen seis o siete obras en cada sala. Por tanto, el microteatro da la posibilidad de abrir las puertas a que más gente se pueda dedicar a ello», indica. Y es que cualquiera con una idea original y propia puede participar y meterse entre los siete contenedores de carga para deslumbrar a un público siempre entregado enviando su propuesta al Centro Cultural Español.

Esta nueva temporada, que se extenderá hasta el 9 de febrero, busca también busca atraer al público anglosajón con la programación de varias obras a la semana en inglés. Además, como novedad el Microtheater Miami tiene programado cada domingo una serie de monólogos que comenzarán el 12 de febrero con Florencia Rizzo, Jota Pineda, Iván Camejo, Carlos Hernández e Igor Queipo. Así se completa una programación con la que los espectadores ríen, lloran y se emocionan y que después de ochenta temporadas sigue muy viva en Miami.