Robles bucea en la trata de mujeres
La periodista y escritora novela la historia de las esclavas sexuales africanas en España
EFE
La escritora y periodista Marta Robles lamenta que los prostíbulos formen parte de nuestro paisaje, «casi más que los toros de Osborne», y destaca la necesidad de «meterle mano como sea» al hecho de que en el siglo XXI haya mujeres en esclavitud, un drama que refleja en su última novela. La chica a la que no supiste amar, editada por Espasa, es la tercera novela negra de Marta Robles protagonizada por el detective y exreportero de guerra Tony Roures, con el que se acerca al escalón «más bajo» del mundo de las redes de trata de mujeres, el de las mujeres nigerianas prostituidas en España. «No se puede tener peor suerte que la de nacer mujer en Nigeria, acabar de puta en España y pillarse un cáncer de mama», dice uno de los personajes de la novela sobre la víctima con la que comienza la historia, Blessing.
Se trata de una joven nigeriana prostituida por una red de trata de mujeres en la provincia de Castellón, esclavizada por la deuda del viaje y por un ritual de vudú. Tras serle detectado un cáncer de mama del que es operada chapuceramente, Blessing se convierte en «mercancía estropeada» y es asesinada. Los hechos que cuenta en la novela son ficticios pero, desgraciadamente, pueden haber ocurrido en la realidad, explica Marta Robles, que ha conocido a cinco mujeres nigerianas que han sido prostituidas por estas redes y cuyos testimonios, dice, le han dejado «muy tocada». «Son terribles los episodios que han vivido e impresionante su fortaleza y sus ganas de vivir», indica la autora que quería escribir una novela desde hace tiempo sobre la trata de mujeres, un tema que ya reflejó en su primera entrega del detective Roures, «A menos de cinco centímetros».
Porque en España hay tres burdeles por cada hospital público y la Policía «censó» el pasado año en 14.000 las mujeres dedicadas a la prostitución, aunque es probable que el número real triplique esa cifra, indica la autora en la novela.
Proxenetas y asesinos se cruzan en la novela con otros personajes que participan en esta lacra de la trata de mujeres, como los abogados que les asesoran. Y, por supuesto, añade Robles, los puteros, sin los cuales no existiría la prostitución.
Sobre estos puteros reflexiona el detective Roures porque la autora quería que fuera un hombre el que lo hiciera. Y su protagonista reconocerá que «en sus tiempos de reportero de guerra consumió prostitución y eso le hace sentirse incómodo».
El desprecio «brutal» hacia las mujeres de personajes como el proxeneta del club donde es asesinada Blessing se pone también de manifiesto en el relato a través de los consumidores habituales de prostitución, explica la escritora.
También habla de las rutas del infierno que viven estas mujeres en los viajes desde su país hasta España, captadas y secuestradas y esclavizadas en burdeles situados «en puntos que todos conocemos en todas las ciudades de España», dice. «Pasamos con orejeras, vemos pero no miramos», señala Marta Robles, que confía en que con esta novela pueda contribuir a que esta lacra sea más visible para la sociedad.