JOSÉ LUIS ÁBALOS
Ábalos tiene una agenda entre manos que causa ansiedad: los trenes y las autopistas; el Corredor Atlántico; Torneros. En León nunca falta tarea para el ministro de la obra pública
El cuerpo de maestros le presta a la obra pública a un bastión del socialismo; el hombre que empujó a Sánchez al frente del Partido Socialista es también su mano derecha en el Gobierno, su consejero más fiable en materia de control de la entreplanta de Ferraz y un lince con la gestión orgánica en la formación que gobierna España en coalición. Ábalos (Torrente, Valencia, 9 de diciembre de 1959) repite cargo, función y propósitos en la misma materia. Pero estrena ministerio. El de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, que siempre gestionó la apertura de cauces para facilitar el movimiento de la gente. En el ideario, una cuestión que causa ansiedad a León y al noroeste. La ampliación del Corredor Atlántico debe tomar forma en cuestión de meses. Por encima de otros intereses que incumben a la tierra natal del ministro, el Mediterráneo.
Un ministro de obra pública siempre tendrá tarea en León. Tarea pendiente, como esa Variante de Pajares que lleva tres lustros en ejecución y aún no ve el final en un horizonte de dos años. Un ministro de obra pública es un profeta en esta tierra asilada entre montañas, remota desde cualquier punto desarrollado, de difícil acceso y complicada salida, por tanto. Por eso, el ministro de obra pública encabeza la lista de preferidos que el consejo de Gobierno tiene entre los lugareños. León siempre espera al ministro de obra pública. Vuelve José Luis Ábalos, con la misma cartera y nueva rotulación, que cambia la denominación del Ministerio, aunque el concepto y el objetivo parece intacto. O eso prometió el propio Ábalos el día que levantó el telón el actual ejecutivo. El área recupera la denominación que le distinguió en la época de Borrell; la coincidencia no deja de ser una ironía en medio de la encrucijada socialista. La última vez que al ministerio de obra pública adoptó el concepto de transporte fue en el cénit de la época que elevó al PSOE desde los postulados de Suresnes; Transportes, otra vez, con el PSOE que acaba de enterrar la inspiración socialdemócrata que le guió durante casi medio siglo. Ahí está Ábalos, con los mismos deberes sin terminar en León, con aquel cuaderno que le entregaron en el verano de 2018, tras la moción de censura a Rajoy que llevó a Sánchez a la Moncloa. Está la alta velocidad hacia Asturias; siempre presente cada vez que un ministro del ramo abre los ojos, tras despertar, por muy largo que haya sido su sueño. La integración del ferrocarril en León, que se subió al final a lomos de un proyecto del último Gobierno del PP, que ahora se supone ya en fase definitiva. La mejora estructural de la línea del AVE que trae a León la alta velocidad, que discurre por casi cien kilómetros del trazado en vía única, un detalle que exacerba a los puristas de las conexiones ferroviarias, indigna a los leoneses que ansían la misma condición que otros enlaces y pone en duda que la traza se pueda sumar al mapa de vanguardia que admiten solo algunos criterios de competitividad y eficiencia que marca Europa. De este avance se ofrecen detalles tan novedosos como la idea que tiene el nuevo Gobierno de España para equilibrar el territorio leonés, el noroeste en general, con otros puntos de España por el trato desigual de los peajes. León también tiene peajes de los que no se puede sacudir con facilidad; el de la AP-71 y la AP-66, con un umbral mínimo de treinta años más por delante. De carreteras va también un epígrafe atrasado con el desarrollo de las de alta capacidad, pendientes en el desarrollo de la A-60, hacia Castilla; de la A-76, hacia Galicia, desde El Bierzo que hace décadas ansía un enlace vanguardista por las quebradas del Sil. Pero si se aprecia la sequedad cuando se ha de hablar de Ábalos en León, no hay motivo más amplio que por el desarrollo de algunos proyectos logísticos que necesitan de la bendición del Ministerio de Transportes. Si el ministro paseara por la capital leonesa podría observar el anhelo traducido a exigencia en pancartas y carteles que jalonan esquinas, balcones, paneles y hasta ventanales de comercios y locales de hostelería. Torneros Ya! es la respuesta unánime a la pregunta sobre qué opina León del nuevo ministerio de Transportes, que se enfrenta en el primer tercio del siglo XXI a los mismos retos que pudo tener el organismo a mediados del XIX. Pasar las montañas, reducir las curvas, limitar los trayectos. Siempre hay trabajo en León para el cuerpo de ingenieros; también, para un ministro de Transportes.