PEDRO SÁNCHEZ
El presidente que no
El bloqueo político es historia después de 253 días de un Ejecutivo en funciones. Pedro Sánchez, el secretario general del PSOE con más poder en la historia del partido, ha dado el pistoletazo de salida de su Gobierno de coalición prometiendo unidad y dejando atrás las rencillas con sus ahora socios de Podemos, mientras ha reforzado a su núcleo duro en la Moncloa para controlar en mayor medida la coordinación del Ejecutivo y su comunicación. Sobre la mesa tiene muchos desafíos. Ha prometido hechos y no palabras y ha asegurado que el Gobierno rendirá cuentas cada cien días de las decisiones que vaya tomando, si bien ha pedido tiempo para dar forma a este nuevo Ejecutivo antes de que lleguen otras grandes medidas. Pero no tiene mucho tiempo para poner en marcha los deberes que conforman el programa que expuso en la primera jornada del debate de investidura, muchos de ellos ligados a la coyuntura por la que atraviesa León: transición justa, subida del salario mínimo, el incremento de los recursos para las familias en riesgo de pobreza, la lucha contra la precariedad laboral y el desempleo, la extensión de derechos sociales, el fortalecimiento de la igualdad entre hombres y mujeres, la mayor atención a las zonas en riesgo de despoblación, el diálogo para superar los contenciosos territoriales y el impulso de la ciencia, la investigación, la revolución digital y las infraestructuras. Tiene, además, que elevar la contribución a las arcas públicas de las rentas más altas. Además, las pequeñas y medianas empresas verán reducida su carga impositiva. Otra de las prioridades del nuevo Ejecutivo será la lucha contra la emergencia climática. Se hará asegurando una transición justa al nuevo modelo energético. Pero eso requerirá de un clima constructivo entre las fuerzas parlamentarias y espacios para el consenso y para los acuerdos que tienen que llegar a Europa, donde el Gobierno tendrá que luchar para que los fondos mineros no vuelvan a convertir a León en un nido de infraestructuras y gastos inútiles.
Sánchez es presidente gracias al apoyo de ocho grupos diferentes y la abstención de otros dos. Aunque sea una tradición de la Europa democrática, no en España; hasta ahora. Por eso será esencial comprobar día a día el estado de sus alianzas y si consolidan el desbloqueo parlamentario. Su deuda con León —al margen de volver a Diario de León como presidente, como prometió en su visita de 2015— no sólo se centra en promesas electorales pendientes de cumplir, sino en un decálogo que le ata a sus socios de Gobierno y que también tendrá trascendencia en este territorio. Para empezar, consolidar el crecimiento y la creación de empleo y combatir la precariedad del mercado laboral y garantizar trabajo digno, estable y de calidad; en la agenda también está proteger los servicios públicos, especialmente la educación, la sanidad pública y la atención a la dependencia. Quiere blindar las pensiones y enfocar la vivienda como derecho y no como mera mercancía. Apostar por la ciencia como motor de innovación económica y dignificar las condiciones de trabajo del sector. Recuperar talento emigrado es otro de los objetivos para este mandato, así como fortalecer a las pequeñas y medianas empresas y a los autónomos. Impulsar la reindustrialización y el sector primario o establecer el derecho a una muerte digna está a partir de ahora en sus manos.
Pedro Sánchez se ha forjado un camino entre los grandes del PSOE y, si los plazos ordinarios se mantienen, tendrá que medirse de nuevo en unas primarias programadas para 2021.