Un caso de abuso a menores
álvaro soto
Convertida en una de las escritoras irlandesas de más éxito, Patricia Gibney continúa la saga de su detective Lottie Parker con la novela No digas nada (Principal Noir), que ahora se publica en España. En esta ocasión, la ya famosa inspectora de la pequeña ciudad de Ragmullin se enfrenta a un caso de abuso de menores. «Los niños son los seres más frágiles. Hay que tomar medidas para defenderlos, pero no siempre funcionan», explica Gibney, que vendió más de 100.000 ejemplares en un mes de su primer libro, Los niños desaparecidos. Su éxito la sorprendió incluso a ella misma, y es que Gibney, que trabajaba como funcionaria en Mulligan, comenzó a escribir para superar la muerte de su marido, en 2009, que la llevó a un estrés postraumático en el que se hundió en el alcohol y las drogas. «Escribir me ha ayudado a centrarme en mi vida, a ponerme pequeñas metas diarias para avanzar», asegura una autora que también destaca por ser muy prolija: publica a un ritmo de dos libros por año. «Para hacerlo, tengo que estar concentrada, trabajar cuatro o cinco horas al día, y eso me ayuda a dibujar a mis personajes», dice Gibney. Unos personajes, especialmente Lottie Parker, al que la escritora reconoce que le debe mucho. «En el momento en que me la imaginé no escribía para que nadie leyera mis historias, así que estoy realmente asombrada de que la serie de libros hayan tenido tanto éxito, especialmente aquí en España». Los niños desaparecidos denunciaba el papel de la Iglesia católica de Irlanda respecto a los abusos sexuales a menores. «En los últimos 20 años, se ha revelado mucha información de los abusos que hubo, pero la Iglesia es una institución milenaria y como tal, tiene sus secretos. Desde fuera parece que están haciendo mucho, pero no sabemos lo que ocurre de puertas para adentro».