Diario de León
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León

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josé enrique martínez

Este libro es una lectura, y a la vez una invitación a la lectura, de algunas de las más grandes creaciones de los mejores poetas de Grecia y Roma», escribe Esteban Torre, que quiere que su libro sea «prolongación viva y palpitante de aquella maravillosa poesía» de la cual es heredera la cultura occidental. Esteban Torre había estudiado ya aquella lírica en su libro La poesía de Grecia y Roma (1998). El traductor es, además, poeta, y ambas facetas se conjugan en este acercamiento a los líricos de la Antigüedad grecorromana con la versión de cuarenta poemas de catorce poetas diferentes, los más eminentes, anteponiendo una nota biográfica en cada caso y un glosario final de nombre propios, mitológicos sobre todo. El traductor razona, además, los criterios métricos que guían su versión al español en el intento de reproducir el ritmo de aquellos antiguos metros y poemas.

Podemos gozar leyendo la ajustada traducción de Torre de un cuajado número de poemas que aún nos conmueven, como, por ejemplo, el referente a la muerte de Patroclo en la Ilíada o las pinceladas con las que Hesíodo describe las estaciones del año. Siguen los poemas de Safo, en los que descubrimos «sus más íntimos sentimientos, el amor, los celos, la añoranza», en relación con las jóvenes mujeres que la rodeaban. Se traducen, además, poemas de Píndaro, del trágico Sófocles, del fundador de la poesía bucólica y autor de los Idilios, Teócrito, y de Anacreonte, que creó un género de decisiva influencia en nuestro siglo XVIII. No menos brillante es la poesía latina, con Catulo, cuyas canciones líricas, inspiradas por la figura de Lesbia fueron «acicate para el florecimiento de una lírica subjetiva y sentimental», Virgilio, acaso el mayor poeta de los romanos con sus Églogas, Geórgicas y la Eneida, sin desmerecer los méritos de Horacio, «el más fiel espejo del equilibrio clásico, de la perfección formal, de la proporción y la mesura», y cuyas odas inician una «tradición horaciana» cuyo máximo representante en la poesía española es fray Luis de León. Y al lado de ellos, Tibulo, Propercio y Ovidio, de cuyas Metamorfosis se extraen fragmentos excepcionales, como el canto a Galatea, de tanta influencia en las literaturas occidentales hasta llegar al Góngora de la Fábula de Polifemo y Galatea. El libro termina con el poema de Ausonio que acuñó el lema collige, virgo, rosas, cuyo influjo alcanzó nítidamente a Garcilaso y, a su través, al propio Góngora.

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