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Publicado por
León

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pilar martín

Los últimos románticos» no es un libro de amor al uso porque aunque su solitaria protagonista se enamora, en las páginas de esta novela su autora, Txani Rodríguez, hace un repaso a todas esas cosas del «viejo mundo» que son incompatibles con el individualismo de este «nuevo mundo» en el que vivimos.

«En el mundo antiguo, un mundo que yo conocí, las comunidades de vecinos eran comunidades, había más apoyo; yo soy hija de un obrero del acero, y cuando en los 90 la planta cerró todo el pueblo se volcó con los obreros. Eso hoy en día es difícil, es un mundo que está por desaparecer», cuenta a Efe Rodríguez (Llodio, 1977) sobre uno de los pilares sobre los que pivota la novela (Seix Barral).

Por eso «lo de los románticos» no es en referencia al amor, sino a una mirada nostálgica al mundo «de la solidaridad, de los vecinos, de la amabilidad», matiza.

En concreto, la autora nos sitúa en un pueblo sin nombre pero muy parecido al que la vio nacer, porque también está cerca de Bilbao, y porque en él también hay una fábrica en apuros, pero de papel. Un lugar donde trabaja Irune, una protagonista que sufre la soledad y un «duelo no resuelto» que la lleva a regalarnos momentos de reflexiones brillantes mientras hace figuras y construcciones con el papel que semanalmente le regala su empresa.

Según la autora, esta historia nació de una imagen «muy concreta», la de una persona muy cercana a ella que trabajaba en una fábrica de papel en su pueblo, Llodio, y a la que le daban lotes de papel higiénico a final de mes.

Unas pinceladas claves en la vida de Irune, a la que se suman otras tramas protagonizadas por Paulina, su anciana vecina acosada por su maltratador hijo, quien a su vez le hace la vida imposible a Irune.

Un alma también solitaria que vive refugiada en su infancia, y por eso ambas mujeres nos hacen enfrentarnos a una realidad que la autora vive como un «miedo».

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