Diario de León

«Las solteras eran vistas como excedentes»

l Tracy Chevalier publica ‘Las mujeres de Winchester’

La escritora norteamericana Tracy Chevalier

La escritora norteamericana Tracy Chevalier

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josé oliva

Explica Chevalier (Washington, 1962) en una entrevista con EFE que cuando hizo una búsqueda respecto a la vida de las mujeres en esa época se quedó «horrorizada por lo mal que las mujeres solteras eran tratadas, vistas como ‘excedentes’ o ‘sobrantes’ porque había más que hombres después de la Gran Guerra». Y precisa: «Tenían pocas oportunidades de estudio y debían depender financieramente de sus familias para subsistir. Fueron despreciadas, tratadas con condescendencia y compadecidas; y eran a menudo pobres».

La escritora decidió entonces que quería crear «un personaje que manejara exitosamente la reconstrucción de su vida» y la protagonista, Violet, condensa en su persona, «una historia positiva de la acumulación de pequeños actos de rebeldía». Las mujeres de Winchester (Duomo) sigue a Violet Speedwell, a quien la Gran Guerra le arrebató a su amado hermano, a su prometido y la abocó a ser una eterna solterona y a reconciliarse con una vida dedicada al cuidado de su afligida y amargada madre.

Su única salida es ahorrar lo suficiente para abandonar el nido materno y establecerse por su cuenta, y así llegó a Winchester, una ciudad al sur de Inglaterra con siglos de historia y conocida por su magnífica catedral, donde la arropará la comunidad de bordadoras.

Sospecha Chevalier que «hay bastante de Violet en mí» y agrega: «Yo también soy silenciosamente rebelde». «He amado las catedrales desde que era una adolescente, y como parece que escribo novelas de mis pasiones adolescentes (Vermeer, cementerios, unicornios, William Blake, cuaquerismo), pensé que sería una buena idea fijar una novela en una catedral», confiesa Chevalier.

En los alrededores de la Catedral de Winchester la propia autora descubrió cientos de cojines y reclinatorios en el coro que habían sido bordados por un grupo de mujeres en 1930. «Era lo único en la catedral hecho por mujeres», y fue así como sintió curiosidad por estas mujeres y su actividad.

Piensa que fueron olvidadas hasta ahora porque «no se les animó o permitió tener carreras que les hubiesen facilitado lograr algo memorable; es muy fácil olvidar a una mecanógrafa como Violet». La catedral, convertida en un personaje más de la novela, funciona, según Chevalier como «un receptáculo de historia y un lugar que crea comunidad, un sitio de devotos, de mujeres bordadoras, de hombres que tocan las campanas». Eligió esa catedral, a 100 kilómetros al sudeste de Londres, porque ha sido escenario de «historias interesantes» como cuando durante la Guerra Civil inglesa (siglo XVII) los soldados la usaban como establo, y rompieron algunos vitrales. Fueron reparados, si bien deliberadamente fragmentados, como se ven hoy.

A su juicio, esas vidrieras «nos recuerdan la fragilidad de nuestras vidas (¡tal vez hoy más que nunca! en medio de la pandemia)».

Sobre la situación actual, Chevalier cree que una de las cosas más difíciles de la pandemia es la incertidumbre, que le ha hecho darse cuenta de «qué predecibles eran nuestras vidas antes» y aventura que «tal vez nos dará un cambio para pulsar el botón de ‘reinicio’ en nuestras vidas».

Como escritora no siente que este momento le resulte inspirador: «Me gusta escribir desde una plataforma estable, y ahora mismo siento que el suelo tiembla».

En estos días, Chevalier está escribiendo una novela acerca del cristal veneciano, que se desarrolla en el siglo XV y en la actualidad.

«Estuve trabajando en la sección del siglo XV cuando llegó el virus, pero durante el confinamiento he encontrado que quería cambiar y escribir acerca de la pandemia de la forma en que mi heroína la experimentaba. Tal vez escribir al respecto es una forma de controlar la situación de la que yo no tengo control. No estoy segura de que lo que estoy escribiendo sea bueno y podría desecharlo todo en un año, cuando nuestra perspectiva cambie».

Chevalier encontró interesante algo en nuestra respuesta a la pandemia que se relaciona específicamente con Venecia: «En marzo se viralizó la historia de que el agua de los canales se volvió clara y que los delfines reaparecieron en la laguna porque estaba muy tranquila, pero resultó ser una noticia falsa; sin embargo, encuentro fascinante que todos realmente quisieramos que fuera verdad».

La escritora ha tejido ese deseo de los delfines en la parte contemporánea de la novela, y tiene la sensación de que se quedará incluso si termina por borrar el resto de lo escrito.

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