Diario de León
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León

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nicolás miñambres

La memoria de Manuel Vicent no tiene fondo, sobre todo cuando escribe de Madrid a través de la mirada de ciertos personajes. Tal vez porque en la distancia se ofrece más claro el sentimiento y más creíble la aventura. Sus libros, muchos de ellos ambientados en la ciudad, aportan una mirada siempre distinta, compleja y popular. Se lee en la contraportada: «David, un joven que ha pasado los primeros años de su vida respirando el aire del Mediterráneo, abandona su ciudad para establecerse en Madrid y cumplir un sueño: conocer a Ava Gardner y convertirse en director de cine». Otra cosa es que los sueños se cumplan.

Son los años sesenta y el mundo madrileño sueña ilusionado con el arte y con la lejana libertad. Pero llega Ava Gadner, el mundo parece cambiar. Madrid es su corazón, con lugares y personajes famosos, muchos de ellos conocidos por su inesperado encanto, sin que falte una especie de mitificación de la guerra, pero solo… literaturizada. Se aprecia también casi la vulgarización de los grandes sucesos y de los tópicos, henchidos siempre de ecos legendarios, que, con el paso del tiempo, acrecientan su importancia. Lo llamativo es que buena parte de ellos han sido tratados, pero la nueva forma estética realza su fervor. Sorprende la entradilla a cada capítulo, siempre en cursiva, muy literaria y anticipando la esencia temática: elemental, sencilla, turbadora: «Nada como el sabor de la nostalgia del pecado batido por el oleaje de la playa, unidos el olor a algas y confesionarios». Ese es el camino para conseguir escapar de la vulgaridad del mundo, la presencia del hambre, su pobreza en el corazón. Es la vida del pobre, que persigue el encanto lejano, «entre plantas silvestres, el romero, la salvia, el espliego, junto a un burro muerto que huele violentamente dentro de las trincheras abandonadas».

El tono, el espíritu y el desenlace de estas líneas reflejan una España nueva, entre sus titubeos ideológicos: «La libertad era una fruta nueva, cogida del árbol de la noche, por una generación de jóvenes insomnes como ciervos..».

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