Excremento de elefante en una ginebra de éxito
Con un sabor muy herbáceo, la bebida no apta para poco aventureros ayuda a salvar paquidermos y triunfa en Sudáfrica, Bélgica y Suiza
Una madrugada en Sudáfrica, hace algo más de dos años, Paula Ansley despertó a su marido Les con una idea que parecía una locura: «¿Crees que podríamos hacer ginebra con estiércol de elefante?». Esa inspiración es hoy un importante negocio que incluso exporta ginebra con toques de sabana africana a Alemania o Suiza.
Bajo la etiqueta de Indlovu Gin, un término que significa «elefante» en varios idiomas del sur de África, este matrimonio (él sudafricano, ella británica) produce ya alrededor de mil botellas de su ginebra original y alrededor del doble de su versión rosa al mes. Se vende, sobre todo, en su país de origen, en Sudáfrica, donde el consumo de ginebra viene experimentando un auténtico «boom» en los últimos años, hasta el punto de que las pequeñas destilerías artesanales pasaron de ser apenas una docena a más de sesenta en sólo cinco años.
Con la tarjeta de presentación, no apta para bebedores poco «aventureros», Indlovu ha entrado ya también en mercados europeos como Bélgica, Alemania o Suiza y, si todo va bien, pronto dará el salto a Japón. «Tiene un sabor muy herbáceo, muy a tierra, y es muy suave, casi mantecoso en la boca. Cuando lo tragas, no hay esa sensación áspera del alcohol. No tiene azúcar ni nada añadido, así que no te da esa quemazón intensa cuando tragas», cuenta Les Ansley sobre este peculiar producto que casa especialmente bien, según sus creadores, con el café y el chocolate. El secreto de esta ginebra paquidérmica está en la curiosa dieta de los elefantes: los gigantescos herbívoros se pasan unas 18 horas al día engullendo los alrededor de 300 kilos de alimento que necesitan por jornada para sobrevivir y su menú es increíblemente variado, compuesto por múltiples tipos de raíces, arbustos y hojas de árboles de la sabana africana. Aún así, solo digieren un 30% de lo que engullen. ¿Qué pasa con el resto? Se convierte en excremento. En concreto, en 80 kilos de deshechos orgánicos por animal adulto cada día.
«Contactamos a la reserva Botlierskop y les preguntamos: ‘¿os importaría mandarnos excremento de elefante?’. Y ellos dijeron ‘¡claro, sin problema!’. Así que nos lo mandaron y empezamos a ver cómo lavarlo y tratarlo», explica. El proceso dejó como resultado un conglomerado de hojas y hierbas que los Ansley llevaron a un experto, Roger Jorgensen (considerado el padre de la ginebra artesanal en Sudáfrica), ya que ellos no tenían ninguna experiencia en el sector de la destilería. Sin revelarle lo que era, dieron a Jorgensen a probar y oler los extractos obtenidos del estiércol de elefante y le preguntaron si creía que se podría hacer ginebra con infusión de ese producto.
Este gurú de la ginebra sudafricana no solo dijo que sí, sino que cuando se enteró de lo que era, le pareció una idea brillante y se sumó al proyecto para tutelar el proceso de destilación. El proyecto fue creciendo gracias al boca-oreja y al entusiasmo de los críticos especializados. Para que Indlovu funcione, necesita elefantes salvajes alimentándose a su antojo, libres de la amenaza de la caza furtiva. Por ello, el 15% de los beneficios la donan para la conservación de la fauna salvaje.