Teletrabajo
El trabajo, condena bíblica en nuestra cultura judeocristiana, conserva aquí connotaciones negativas que vinculan laboriosidad, pena y redención. Mientras la famosa obra de Max Weber ‘La ética protestante y el espíritu del capitalismo’ sostiene la compatibilidad entre el desarrollo de protestantismo y del capitalismo -la racionalidad conduce al éxito económico, que es una bendición de Dios-, el catolicismo ha enfatizado siempre el ascetismo, la pobreza, como la principal virtud. El evangelio de Mateo resume tal posición en una conocida afirmación puesta en boca de Jesucristo: «es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos».
Todo esto no es indiferente a la hora de organizar jurídica y políticamente el trabajo, en un mundo que ha llegado a los equilibrios actuales tras muchos decenios de lucha de clases, de negociación colectiva y de deliberación política sobre los derechos y libertades. A causa de esta evolución, las relaciones laborales conservan aún elementos conflictivos irresueltos y la idea de cooperación entre capital y trabajo sigue sin decantar del todo. Por eso, la idea genuina del trabajo es la que mantiene al trabajador en su puesto pretederminado por la empresa -’amarrado al duro banco’-, sometido a escrutinio de entradas, salidas y rendimiento, y cuyas condiciones materiales provienen de convenios colectivos de sector y de empresa. El presencialismo era/es fruto de la desconfianza.
Por esta razón, el teletrabajo tenía hasta la pandemia una posición relativamente marginal en España. Lo cierto es que la pandemia, que se ha resuelto mediante el confinamiento de la población, ha tenido la virtud de forzar el recurso al teletrabajo. Y hoy la incógnita estriba en comprobar qué fracción de esta fórmula se mantiene en la ‘nueva normalidad’ y después.
Mayor flexibilidad en la gestión de los tiempos de trabajo y los descansos, conciliación de la vida laboral, personal y familiar, reducción de costes en las oficinas y ahorro de costes en los desplazamientos... El debate está abierto..