Diario de León

La universidad argentina del tango

El Centro Educativo del Tango de Buenos Aires es una escuela, donde se imparten las carreras de instructor de esta disciplina, Artes Tanguísticas y otros talleres.

La pareja argentina Ezequiel López y Carla Espinoza en el Campeonato Mundial de Tango. LEO LA VALLE

La pareja argentina Ezequiel López y Carla Espinoza en el Campeonato Mundial de Tango. LEO LA VALLE

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El tango hoy no solo se aprende en academias, sino también en una particular universidad, gracias a un centro educativo argentino donde este emblema cultural del Río de la Plata convoca a una comunidad que trasciende edades, clases sociales y nacionalidades.

El Centro Educativo del Tango de Buenos Aires (Cetba), espacio educativo no formal que depende del área de «Aprendizaje a lo largo de la vida» del Ministerio de Educación capitalino y conocido como «Universidad del Tango», fue fundado en 1991 por la pareja de bailarines Gloria y Rodolfo Dinzel.

Los Dinzel desarrollaron un método de enseñanza que incluye más de 400 figuras de tango ordenadas progresivamente en notación coreográfica, a las que sumaron la investigación sobre los orígenes y la evolución de esta cultura de más de 170 años.

«Entendiendo que el fin ulterior de esta danza es lo creativo y la improvisación», explica Eric Dinzel, director del instructorado en Tango Danza, docente del centro desde hace 12 años e hijo de los bailarines.

Este sistema conforma el marco teórico del Cetba, donde se enseñan las carreras de instructor de Tango Danza, los trayectos formativos en Artes Tanguísticas — con sus tramos de Historia, Letrística, Musicalización y Poéticas del Tango —, así como diversos talleres abiertos a la comunidad, todos gratuitos y con el único requisito de ser mayor de 18 años.

El Cetba forma de un proceso que se inició hace más de 30 años, cuando se comenzó a tratar al tango desde el punto de vista de la docencia.

Hoy ese proyecto, íntimamente ligado a personalidades del tango, se convirtió en una comunidad que congrega a más de 500 alumnos y trasciende lo educativo.

Un espacio en el que coexisten profesionales y aficionados, locales y extranjeros de todas las edades: «chicos de 18 años que salieron de la secundaria y que quieren ser instructores de tango, hasta personas de más de 80», explica Rodolfo Dinzel.

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