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Publicado por
León

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¿Por qué los grandes gurús de Silicon Valley prohíben a sus hijos el uso de pantallas? ¿Sabías que jamás antes en la historia de la humanidad se había producido un descenso tan pronunciado de las capacidades cognitivas? Estas preguntas anuncian un libro y, por tanto, el consiguiente marketing, pero así planteadas tienen su componente de desconcierto y preocupación ante lo que cualquier padre ve acerca de sus hijos en su manejo de dispositivos electrónicos de cualquier índole. Porque, eso sí, en lo que hay un consenso indudable es en que no hacen distinciones a la hora de interactuar con cualquier tipo de aparato y desde todo tipo de edades. Sobre esta encrucijada actual aparece La fábrica de cretinos digitales , de Michel Desmurget, editado por Península, filial de la todopoderosa Planeta.

El libro salió ayer a la venta pero ya su anuncio ha despertado el interés ante un tema que siempre sale a la palestra cuando se habla de la educación de los hijos o, simplemente, de los hábitos de comunicación de los jóvenes. «Los peligros de las pantallas para nuestros hijos. Los factores que afectan al desarrollo neuronal de los niños y sus efectos...». Lo cierto es con uno solo de estos epígrafes el tema ya daría para un tomo, precisamente uno de esos que los protagonistas involuntarios de esta historia parecen despreciar.

Sirva para clarificar que Desmurget no es un advenedizo en el tema, o alguien que se haya acercado al mismo de manera eventual, ya que se trata de un doctor en neurociencia y director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia. Es autor de una vasta obra científica y de divulgación y ha pasado por reconocidos centros de investigación como el Massachusetts Institute of Technology o la Universidad de California. Con La fábrica de cretinos digitales ha sido reconocido con el prestigioso premio Femina de las letras francesas.

«En contra de lo que la prensa y la industria han difundido hasta ahora, el uso de la tecnología, lejos de ayudar al desarrollo de los niños y estudiantes, produce graves complicaciones de toda índole. Solo hacen falta treinta minutos al día frente a una pantalla para que empiece a verse afectado el desarrollo intelectual del niño. Su media de uso a día de hoy es de entre cuatro y seis horas», asegura el autor.

«Esta es una obra de denuncia imprescindible para padres y pedagogos preocupados por el desarrollo de sus hijos y alumnos. Una llamada de alerta contra el uso abusivo de pantallas por parte de los niños y niñas, y de las graves consecuencias para el desarrollo del cerebro infantil», dice.

Siguiendo las opiniones de este experto se detecta además del hecho en sí, que la evolución en forma de avance teconológico ha posibilitado que de un plumazo los hábitos hayan cambiado por completo. Esto le lleva a Desmurget a afirmaciones de este estilo: «Debemos saber que en este preciso instante nuestros cerebros están evolucionando a una velocidad nunca antes vista. Además, no nos equivoquemos, nuestros hijos ya no son puramente humanos: se han convertido en ‘extraterrestres’, en ‘mutantes’. Han nacido con un ratón en una mano y un smartphone en la otra, son multitarea, saben hacer de todo y pasan con genialidad de una cosa a otra. Sus circuitos neuronales están especialmente cableados para las ciberbúsquedas de fuego rápido. Gracias al efecto beneficioso de todo tipo de pantallas, su cerebro se desarrolla de un modo diferente. Ya no [tiene] la misma arquitectura, y en estos momentos está siendo mejorado, aumentado, perfeccionado, amplificado (y liberado) gracias a la tecnología. Estos cambios son tan profundos y esenciales «que ya no hay vuelta atrás posible».

La fábrica de cretinos digitales , de Michel Desmurget, es así un repaso general a una situación en la que introduce todos los factores de debate. Por un lado, desde los escépticos de lo que sería el avance de la educación basándose en las nuevas tecnologías, a los que se sitúan en el lado contrario de la balanza y se posicionan con un total entusiasmo a la hora de ‘engancharse’ para con estos dispositivos digitales y agarrarse a su supuesta utilidad.

Desmurget encuentra suficientes factores de debate. Y eso no resulta difícil, ya que hay quien además de no entrar al detalle de lo que supone el uso de las tecnologías, va incluso más allá y quiere destacar supuestos beneficios en el desarrollo cognitivo, intelectual y académico. De esta forma, indica que «contradiciendo, una vez más, a la práctica totalidad de las investigaciones científicas publicadas hasta la fecha, este estudio -referido a uno sobre el éxito académico de los usuarios de juegos en red- sostiene que los efectos positivos de las pantallas sobre el rendimiento escolar no se limitan solo a los videojuegos, sino que se extienden a todas las actividades digitales de ocio: cuanto más las practican los estudiantes, mejores son sus notas. ¡Fascinante! Del análisis de un amplio corpus de observaciones científicas se desprende que el empleo de las pantallas con fines didácticos (ya sea en casa o en el instituto) provoca un desplome del rendimiento educativo: cuanto más se atiborran los alumnos de TIC académicas, más bajas son sus calificaciones. Se trata de una conclusión molesta y perturbadora, precisamente en este momento en que la digitalización del sistema avanza a pasos agigantados», deja como certeza.

«Cuanto más ven la televisión los estudiantes, cuanto más se dedican a los videojuegos, cuanto más utilizan su smartphone y más activos son en las redes

sociales, peores notas obtienen. Ni siquiera el ordenador de casa, cuyo potencial educativo se nos vende de manera constante, ejerce efecto positivo alguno en el

rendimiento escolar. No obstante, esto no quiere decir que tal herramienta carezca de virtudes potenciales, sino, sencillamente, que cuando le ofrecemos a un niño (o a un adolescente) un ordenador, sus inadecuadas aplicaciones lúdicas lo absorben muy rápidamente, en detrimento de los usos educativos positivos para su formación.Cuanto más invierten los países en tecnologías de la información y la comunicación (las célebres TIC) aplicadas a la educación, más baja el rendimiento. Lo digital es una vía para reducir costes». Sentencia Desmurget.

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