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León

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josé enrique martínez

Carmen Busmayor es una presencia constante en la cultura leonesa, tanto por sus publicaciones en prensa o en libro como por actividades como el encuentro poético anual en el Hayedo de Busmayor, el pueblecillo berciano donde nació y cuyo nombre acabó adoptando como apellido. El centro de sus publicaciones es sin duda la poesía. Sus obra últimas en este campo se titulan Mapa de encuentros (2009) y Sílabas de agua y brezo (2015). El nuevo libro, Enumeración, publicado a finales del pasado año, no llegó a mis manos hasta mediados de este, debido a los trastornos causados por la pandemia. Viene ilustrado por Juan Carlos Mestre, que aporta nada menos que veintiuna páginas dobles, las cuales son una fiesta de color, frescura y vitalidad. Palabra y pintura: una constante histórica de las artes, aquí en vigoroso abrazo. Mestre aparece nombrado, además, en un poema: «El lenguaje azul de las mariposas se posa sobre piedras azules, como los gatos pintados por Mestre»; y algún otro poema sigue la pauta mestriana del versículo y la enumeración litánica, caso de «Letanía» y «En las vitrinas de la vida».

El poemario de Carmen Busmayor respira humanidad, sea cual sea el asunto que poetice. Hay poemas que evocan a la madre, la niñez y el humilde entorno rural. La madre «sigue viva» y es «una música soñada cuando cierro las ventanas de mis ojos». La niña se evoca en sus juegos con «gozo multiplicado» o «paladeando asombros», que no deja de ser también oficio de poeta.

Y la naturaleza responde al entorno berciano; como apunta un poema, «lo verdadero es un bosque mágico de acebos, hayas, animales libres y agua hace tiempo»: así se titula el poema de un solo verso: «Aquí donde la monarquía dulce de los arándanos se adueña de mi legua». Otros poemas los suscitan la lectura o la afinidad con otros poetas o narradores, como Elena Poniatowska, Blaise Cendrars o el Vallejo que padeció hambres y otras miserias en un curioso poema contra el IVA que «sube y sube eternamente». Pero si pudiéramos reducir los asuntos a una tríada, citaríamos un verso: «El tiempo. Las personas. La vida». Y con un sentido universal, pues el poema puede aludir tanto a los muertos españoles abandonados en las cunetas como a la «Muerte en Qatar». Quiero enfatizar el sentido esperanzado de la vida que alienta en muchos poemas con un solo ejemplo: la noche puede ser «semejante a la maldición de un eclipse prolongado, / pero, en ocasiones, la noche es un modo de hallar la luz de lo perdido».