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León

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Enmarcado en la comarca del Páramo leonés y al límite de la provincia de Zamora, entre viñas, campos de cereal y montes se encuentra ubicado San Adrián del Valle, uno de los municipios leoneses con mayor calidad paisajística de la provincia leonesa. Un lugar, como en toda la comarca del Páramo, en la que la agricultura es la principal actividad económica de la zona y la que permite la pervivencia gracias al avance con el paso del tiempo de la modernización de los regadíos.

Sin embargo, en San Adrián del Valle las verdaderas joyas de la corona son las bodegas. ‘Cavernas’ naturales con siglos de antigüedad que poco a poco han ido desapareciendo del paisaje leonés, conscientes de que los momentos de gloria pasaron ya hace demasiado tiempo. Dicen los que saben que hubo un tiempo en el que cada familia tenía la suya. Y es que San Adrián alberga más de medio millar de cuevas artificiales que hablan de su pasado y forman una parte importante de su historia.

Mas que conocidas sus bodegas, no por ello hay que dejar pasar por alto que alguna de ellas, como es el caso de la de doña Rosa, que está considerada una de las más grande de Europa. La bodega de doña Rosa —con una superficie de seis mil metros cuadrados— llegó a fermentar el vino para su distribución industrial y sus ventas crecieron hasta el punto de que los propietarios llegaron a instalar raíles con los que conducían las vagonetas y transportaban el material. Todo en ella es sorprendente e inmenso: las estancias, pasillos y las cubas en las que se conservaba el fruto de la vid. Un atractivo turístico y cultural que tratan de potenciar con fuerza desde el ayuntamiento.

En la bodega de doña Rosa hay, por ejemplo, una cuba de madera de 112.000 litros y un depósito de barro de un millón de litros, más otros dos de cemento de cemento de 300.000 cada uno. Y es que, en la época de mayor esplendor del pueblo, podían producirse no menos de 1.280.000 litros al año y contaba con unos 40 trabajadores de forma permanente que se multiplicaban en tiempos de campaña. La uva se movía por su interior en vagonetas. De hecho, se estudió un proyecto para construir un ramal con el que transportar el vino hasta Pobladura del Valle (Zamora). La bodega era propiedad de un médico de la localidad, Baltasar Otero que instaló su propia clínica en el pueblo. La mayoría de estas cuevas se realizaron durante el siglo XVIII, hasta el año 1936.

Fruto de ello cerca de mil habitantes llegaron a habitar en este municipio por aquel entonces, pero con el paso del tiempo ha visto como ha ido perdiendo su población, hasta los pocos más de un centenar de vecinos que tiene censados el ayuntamiento en la actualidad.

La localidad y su entorno son también importantes por su historia y cultura. Un pueblo que esconde construcciones que brillan con un color tan característico que es imposible no detener la mirada en ellas. Viviendas y palomares de adobe y un diseño que se integra con la naturaleza que transportan a cualquiera a tiempo pasados.

La plaza es otro de los rincones más bonitos de San Adrián del Valle y, junto a ella, el bar en el que los vecinos hacen vida fuera de casa. Su iglesia parroquial con elementos artísticos de interés y la fábrica alcoholera y destiladora, hermosa muestra de arquitectura industrial, completan este particular mosaico.

Un típico pueblo del Páramo leonés por el que merece la pena adentrarse en su interior y perderse entre sus campos y bodegas para gozar de la tranquilidad.