Diario de León
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León

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alfonso garcía

En cualquier caso, eran muchos los internos del Cavernal a los que la media tarde les sumía en un punto de estratosférica lejanía en el que se sentían a gusto, ajenos ya al pasado que no se mueve, cobijados en el presente que no rebulle, y menos ocupados que nunca en advertir lo que ya no les corresponde del inexistente futuro». Es la realidad de aquella residencia de ancianos que hablan de «la necesidad de echarle imaginación a lo poco que nos queda», localizada en Breza –«tiene bien ganada su condición de Ciudad de Sombra, es antigua y lóbrega…»- y regentada por las Madres Clementinas. «La edad es un veneno». Y por eso en la residencia reina la lentitud, el olvido, las «voluntades amaestradas», un mundo fantasmal de seres que navegan por una edad sin tiempo –decadencia física y mental-, «sabiendo que en las rutas siderales se corre el peligro de confundir los astros con las estrellas, y en los mares no hay bollas suficientes ni faros que orienten el curso de las millas marinas». Un mundo, en fin, de «almas trastornadas», misterioso y desconcertante, perturbador, «donde no hace falta tomar aspirinas cuando te duele la cabeza y un abismo sideral al que se asoman los que están cansados. La nave es inventada por la sinrazón de quienes no tienen otra cosa que hacer, y en ella se comparte el sueño vegetativo lleno de pájaros y amapolas». Y unos personajes inolvidables, como el doctor Belarmo, veterinario «convertido» en médico y que apareció «colgado del fonendo, con los pies desnudos y las manos en los bolsillos del pantalón».

Una novela deliciosamente extravagante, con una imaginación sin límites, desternillante y disparatada, llena de humor, aunque suenen como fondo, inevitables, la tristeza y la ternura, con una imaginería surrealista que, a mi juicio, también sirve como advertencia indirecta al lector. Inconfundible la mano maestra de Luis Mateo –prosa con etiqueta de identidad, riqueza léxica, onomástica propia…-, referencia ahora a las precariedades de la edad. Como siempre, abriendo caminos, aspiración literaria que de tal se precie.

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