Diario de León

Florentina Fáñez

La última que cerró el convento

La monja de los vulnerables. Florentina Fáñez se retira a Veguellina de Órbigo después de una vida en Alemania en el cuidado a las personas mayores, víctimas de trata, jóvenes con discapacidad y personas ancianas necesitadas.

Publicado por
Alberto Ares Mateos
León

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Dicen algunos filósofos que nuestra sociedad actual vive en una modernidad líquida, con un auge del individualismo, mucho miedo al compromiso y a llevar las decisiones tomadas hasta el final. En este contexto da gusto encontrarse a personas de palabra, que no tienen miedo a amar y a comprometerse hasta las últimas consecuencias. Tina es una de ellas.

Florentina Fáñez nació hace 85 años en Veguellina de Órbigo, León. De joven sintió la llamada a ser religiosa y emprendió una nueva etapa en Alemania. Buena parte de su vida la ha dedicado a cuidar de otras personas, mujeres víctimas de trata, niños y niñas sin familia, jóvenes con discapacidades, y sobre todo a personas ancianas con mucha necesidad.

En sus ratos libres, como se suele decir, echaba una mano en la parroquia o se empeñaba en sacar adelante a algún seminarista, muchos de ellos venidos del continente africano, que llegaban a Alemania para estudiar y formarse.

Tina ingresó a los 23 años en las Religiosas de Santa Mónica, una orden de hermanas dominicas que tenía su casa madre y principales obras apostólicas en Mainz y sus alrededores, a orillas del río Rin. En su vida no se ha dedicado a quitarle el polvo a los santos, sino a cuidar de las personas, especialmente las más necesitadas. La sabiduría de Tina se ha ido cimentando en lo cotidiano, en las pequeñas cosas, aquellas que muchas veces pasan inadvertidas. Como nos diría el Principito : Lo esencial es invisible a los ojos.

Veguellina de Órbigo
Tina Fáñez tiene ahora 85 años y ha decidido quedarse en su localidad natal

Una foto reciente en su casa. DL

La vida de Tina deja trasparentar la historia de una joven que recibió una llamada, tuvo el coraje dar un paso al frente y aceptarla, y emprender un proceso vital que nunca se hubiera imaginado. Lo que nunca seguro hubiera pensado es ser la última persona que permaneciera en su congregación religiosa, que fuera la última en cerrar la puerta.

Al servicio de los vulnerables

Tina desde el inicio de su vida en Alemania se sintió muy cómoda y contenta de ir creciendo como persona y religiosa en el servicio de los más vulnerables. Su oración diaria, su relación con Dios, el trato con las hermanas y su misión cotidiana fueron siempre los pilares de su vocación.

En aquella época muchas jóvenes abandonaban sus hogares siguiendo un sueño, dejando su tierra natal. En aquellos años muchos jóvenes como ella decidieron viajar a Alemania y a otros rincones del mundo, de la comarca del Órbigo y de otras regiones de León.

La hermana Tina, con una anciana. DL

No es fácil contener la carcajada al escuchar a Tina las historias en sus años mozos a la llegada a Alemania: el aprendizaje de un nuevo idioma que le hizo pasar situaciones muy cómicas, las nuevas costumbres en la mesa, pero sobre todo el cuidado de las personas en su trabajo cotidiano.

Las mismas situaciones que ella vivió en el aprendizaje del alemán, lo vivió también con varios seminaristas que tuvo a su cargo, incluso dos obispos. Disfrutaba mucho con las familias de la parroquia tomando té con pastas los fines de semana. Familias buenas que colaboran no solo en la parroquia, sino en las necesidades que muchas personas que Tina y las hermanas acompañaban.

Durante años, pasaba muchas noches en vela atendiendo a las personas mayores en la residencia. Era conocidas sus terapias personalizadas que fue perfeccionando con los años: muchas horas de escucha y cuidados, con un vaso de leche caliente y algún que otro placebo que hacia buenos efectos, y acercando a los mayores a la naturaleza y al jardín. De hecho Tina, todo lo que riega florece.

En una de sus actividades en Alemania. DL

Poco a poco el número de hermanas se fue reduciendo, y focalizaron toda su misión en una residencia para personas mayores en Ingelheim, cerca de Mainz. Después de muchas aventuras, se encontraban, Estefanía, la madre general ya anciana y Tina. Decidieron hacer un pacto con la diócesis y Cáritas dejando la residencia en sus manos, con el compromiso de que Estefanía pudiera permanecer en la residencia hasta que muriera y que ella seguiría trabajando en la residencia hasta su jubilación.

En ese mismo tiempo, Tina tuvo que ir a su pueblo natal después de casi 44 años en Alemania, para cuidar temporalmente de su hermana. En ese tiempo de cuidados, moría Estefanía en Alemania, y poco después su hermana, en Veguellina. ¿Qué hacer entonces? ¿Regresar a Alemania? ¿Seguir con su vida en España? Tiempos complejos con muchos sentimientos encontrados, pero al final decidió permanecer, y consagrar su vida a sus oraciones diarias (las mismas que tenía en el convento), el trabajo cotidiano, el apoyo en la parroquia de San Juan y el cuidado con sus vecinos, en especial aquellos que pudieran pasar mayor necesidad.

En Alemania, en su etapa más activa. DL

Tina no pierde cuidado para salir de casa cuando algún vecino la necesita, o visita a las personas que sabe lo están pasando mal. Su mirada trasparenta amor, un amor incondicional que no se queda atrapado en prejuicios, sino que desde el respecto y la paciencia sabe descubrir la bondad que habita en cada ser humano.

Tina comenzó hace muchos años un camino, que la sacó de su casa, de su zona de confort, de lo conocido, siguiendo una promesa, un tesoro, que ha ido cuidando y cultivando toda su vida. Las dificultades que se ha encontrado no le han dejado cicatrices insalvables. Ella ha aceptado lo que la vida le ha ido dando con confianza y agradecimiento. Tina es una mujer de palabra. Las Hermanas de Santa Mónica cerraron sus puertas hace años, de hecho, ella fue “la última en apagar la luz”, pero de alguna manera se mantienen vivas con ella hasta que el Señor decida llevarla a su lado, que seguramente la pillara regando.

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