Tribunales
Meirás, el último reducto del poder de los Franco
Los herederos del dictador deberán entregar el 10 de diciembre al Estado el pazo gallego, que fue testigo de todos los agostos del franquismo
El próximo 10 de diciembre se pondrá punto final al largo verano que los Franco han disfrutado del Pazo de Meirás , la finca señorial del concello coruñés de Sada que lleva en manos de la familia desde 1938 y que deberá ser entregado ese mismo día al Estado por orden judicial después de décadas de reñidos litigios. Durante todo ese tiempo, la finca, de 93.711 metros cuadrados, ha sido un símbolo de poder que se fue desdibujando con el regreso de la democracia. Un último reducto de gloria que actualmente se encuentra acordonado por la Guardia Civil para evitar que las obras de arte y bienes culturales que atesoran su interior puedan ser trasladadas a paradero desconocido durante la mudanza.
De estilo romántico, su edificio principal lo mandó a construir la escritora Emilia Pardo Bazán -su primera habitante- en 1893. Su torre más alta, la de la Quimera, fue punto de encuentro de intelectuales y artistas en aquella época. "¡Cómo olvidar aquellos días serenos, en el verano mimoso de Galicia, de la torre de Meirás y aquellas prolongadas charlas de largas sobremesas!", rememoraba Miguel de Unamuno en 1921 con motivo de la muerte de su propietaria.
Tras la desaparición de la autora, ya en 1938, el gobernador civil de A Coruña y varios alcaldes de la zona deseosos de mostrar lealtad a Franco crearon la "Junta pro pazo del Caudillo", que tenía como objetivo adquirir Meirás como ofrenda para el general. Mediante donaciones supuestamente voluntarias -documentos municipales demostraron que se llegó a recortar el salario a funcionarios para sufragarlo- se reunieron las 406.346 pesetas que pedía a cambio Manuela Esteban-Collantes, viuda de Jaime Quiroga de Pardo Bazán. Desde ese momento se convirtió en residencia de verano del dictador.
Según la Abogacía del Estado, tres años después, en 1941, se produjo una "simulación" de venta que permitió a Franco inscribir a su nombre el pazo de Meirás en el Registro de la Propiedad y posteriormente incluirlo en su testamento.
Las almenas del pazo contemplaron todos los agostos del franquismo. Imágenes en blanco y negro que llegaban a los españoles a través del NoDo de recepciones a mandatarios extranjeros y a reyes, de nietos y nietas uniformados y ordenados por edad. Un mundo que se empezó a desmoronar con la muerte del dictador y pasó a manos de su esposa Carmen Polo, nombrada además Señora de Meirás, un título nobiliario con grandeza de España creado el 26 de noviembre de 1975 por Juan Carlos I y que acabó heredando su nieto Francis Franco en 1989.
Posteriormente el pazo vivió numerosas vicisitudes, incluido un incendio en 1978 que, según la familia, destruyó buena parte de las obras de arte y valiosas antigüedades que allí se conservaban. También fue escenario de pedidas de mano como la protagonizada por Luis Alfonso de Borbón y Margarita Vargas, y cuatro bodas. La última, el 8 de agosto de 2008, entre Leticia Giménez-Arnau Martínez-Bordiú, bisnieta de Franco, con el salvadoreño Marcos Sagrera Palomo frente a 300 invitados.
Bien de Interés Cultural
El enlace estuvo rodeado de polémica ya que se produjo solo cuatro meses antes de que el Pazo de Meirás fuera declarado Bien de Interés Cultural por la Xunta de Galicia , a pesar de la oposición de los herederos del dictador. Este hecho obligaba a los propietarios a tener que abrir al público el inmueble al menos cuatro días al mes. Los Franco se opusieron en numerosas ocasiones a cumplir con los mínimos días de apertura al público, pero la justicia rechazó sus argumentos. El 25 de marzo de 2011 las puertas del recinto se abrieron por primera a los visitantes, en un 'tour' organizado por la Fundación Francisco Franco.
La familia intentó vender el pazo en varias ocasiones. En 1988, antes de la muerte de Carmen Polo, los Franco desestimaron una oferta de la Diputación Provincial de A Coruña en la que esta les ofrecía 500 millones de pesetas. En 2018 el precio de venta había ascendido a 8 millones de euros, pero no hubo comprador, ni siquiera la Xunta, que tenía derecho de tanteo pero consideraba que no estaba "por la labor de pagar dos veces, una ahora y otra en 1938".
Los litigios entre la Xunta, el Gobierno y los Franco por la propiedad del recinto se zanjaron el pasado 8 de noviembre, cuando el juzgado de primera instancia de A Coruña fijó día y hora para devolver el pazo: 10 de diciembre a las 11.00 horas. Una fecha que pondrá fin a una era