«Lloré cuando terminé ‘Rey Blanco’
l El escritor presenta el final del thriller protagonizado por Antonia y John
pilar martín
Si aún no ha leído esta novela (Ediciones B) sepa que es mejor que emprenda el camino con Reina Roja, es mejor porque así disfrutarán al 100% de la relación y de la aventura entre Antonia y Jon, porque en Rey Blanco se cierra el círculo que con un perfecto compás ha creado Gómez Jurado (Madrid, 1977). Una geometría que ha conquistado a más de un millón de lectores, personas de las que ahora depende que estos dos seres tan distintos sigan regalando momentos de diversión e intriga. «Lo que sucede con Antonia y Jon es que no son míos ya, son de los lectores y les pertenece a ellos y si acaba convirtiéndose en inevitable pues tendré que continuarla, no me quedará más remedio. En realidad no tiene que ver con el número de ejemplares que se vendan, sino con que yo tengo que sentir también que no me queda otro remedio», cuenta a Efe el autor. Inmerso ahora en la promoción de esta entrega a la que, según sus palabras, no deja que pongamos el calificativo de final, lo que sí reconoce es que «lloró» cuando la terminó, porque tanto Antonia como Jon han sido personajes en una «necesitada constante evolución».
Dos personajes que se «quieren con locura», aunque sea un amor no romántico, y que se enfrentan en esta entrega a ese maléfico y maldito Señor White ya todo lo que les ha producido y seguirá produciendo en Rey Blanco. Una relación entre investigadores que, reconoce, «no es habitual en las parejas de investigadores de la literatura» porque ellos son «bastantes únicos, son dos personajes que se entregan el uno al otro completamente, se quieren con locura pero cada uno tiene sus circunstancias». Y eso para Gómez Jurado ha sido «muy importante» a lo largo de esta docena de años en los que se ha levantado y acostado con ellos, casi una vida que ha repartido en cuadernos Din A3 y carpetas de varios programas informáticos. «Tenía claro que quería construir algo que no se limitase a una sola novela, sino que siendo novelas autoconclusivas al mismo tiempo ofrecieran una gran historia de conjunto que fuera muy satisfactoria y muy divertida, y que fuera algo más el todo que la suma de las partes. Esa era mi pretención y me he esforzado en conseguirlo», afirma. Algo que no ha sido «fácil de medir» y que ha sido su «gran secreto» a lo largo de este tiempo. «Las he ido escribiendo de manera simultánea, llegando a tener varios manuscritos a la vez para que todo encajase como una pieza de puzzle. Cada uno de los casos que tiene Antonia en los tres libros son distintos y actúan como vasos comunicantes, y eso al lector le ha resultado muy divertido porque es una manera que no había visto nunca de abordar el thriller», explica.
Y así crea todo un mapa de caminos que se cruzan con la única intención, confiesa, de «hacer algo que sea muy divertido». Por eso en la relación Antonia-Jon, aparte de haber un amor completo y redondo, hay ironía, sarcasmo, humor. Eso sí, Gómez Gutiérrez, si Antonia existiera, se llevaría «muy mal con ella». «Y eso que yo soy bastante Jon Gutiérrez, cariñoso y dulce, pero a Antonia hay que perseguirla, hay que ir detrás de ella, siguiéndole el ritmo y estar pendiente de lo que necesita y de su misión, y no te lo cuenta todo, y te hace sentir tremendamente ignorante e idiota, pero a pesar de eso es imposible que ambos no se quieran», explica.
Convertido en un autor de éxito internacional, el madrileño afirma que en España «tenemos que estar muy contentos» por la buena salud de la que goza el thriller patrio. «En España hacemos las cosas muy bien y muy chulamente, el que nos abrió las puertas de lo internacional fue Arturo Pérez Reverte y luego Carlos Ruiz Zafón, y luego Javier Sierra, yo y María Dueñas; ése fue el camino que hicimos», concluye este autor.