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Publicado por
León

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alfonso garcía

Las recomendaciones para el relato, especialmente marcadas a través de no pocos decálogos, subrayan aspectos importantes, entre los que me gustaría anotar ahora algunos: tener una historia que contar, crear siempre expectativas y llegar a un final sorprendente; cuanto más inesperado, mayor sorpresa. Claro, con voz propia e identidad literaria personal. Todo ello se cumple en estos cuarenta y cinco textos –treinta y dos microrrelatos- del berciano Morales Escudero, que nos sorprende muy gratamente, reunidos bajo el título del primero que aparece en el libro, premiado en Galtellì (Cerdeña).

El Prólogo de Ángel Basanta, que recomienda razonadamente su lectura, ya es de por sí un análisis detallado y certero. Una garantía. Subrayo, o me detengo en algunos aspectos que más me han llamado la atención, eso sí, anticipando que, en el contexto de la literatura fantástica propuesta, las sensaciones producidas discurren por los cauces de una literatura de calidad, muy gratificante para el lector de este género cada vez más considerado. La diversidad de los escenarios, sin rechazar algunos que tienen cierto sesgo ideológico, me parece un acierto, de forma especial cuando se ubica la acción en el paisaje poderoso y lleno de misterio del Alto Sil. Pero lo más atractivo, sin duda, reside en la propia estructura narrativa, precisa, y tan difícil de conseguir, con desenlaces explosivamente sorprendentes, inesperados por tanto, siempre imaginativos, fantásticos y llenos de sugerencias. Concentración e intensidad, dos de las cualidades de un buen relato que de tal se precie. Añádase la extraordinaria capacidad fabuladora y, tan importante en la de los microrrelatos, la de sintetizar la historia, adelgazándola hasta lo imprescindible.

La narración literaria cuenta. Pero es necesario que cuente bien, que el lenguaje, además de la belleza, sea eficaz. De eso se trata. A la eficacia se suma una prosa trabajada, rica y limpia. Natural.