Diario de León

Tras los pasos de Bécquer

l El mundo de las letras lo recuerda en el 150 aniversario de su muerte

Retrato del poeta Gustavo Adolfo Bécquer, pintado por su hermano Valeriano.

Retrato del poeta Gustavo Adolfo Bécquer, pintado por su hermano Valeriano.

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León

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manuel noriega

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas/en mi pupila tu pupila azul/. ¿Qué es poesía?¿Y tú me lo preguntas?/. Poesía… eres tú/.

Estos son algunos de los versos más famosos del poeta español Gustavo Adolfo Bécquer. Él es uno de los escritores del romanticismo en la lengua de Cervantes más reconocido. Este año, el mundo de las letras lo recuerda 150 años después de su muerte.

Gustavo Adolfo Domínguez Bastida nació el 17 de febrero de 1836 en Sevilla, capital de Andalucía al sur de España. El poeta fue el último vástago del matrimonio entre José María Domínguez Bécquer y Joaquina María Bastida.

La tragedia marcó al poeta desde su más tierna infancia. A los once años, ya era huérfano. Su padre falleció en 1841 y su madre, seis años después. Sin embargo, no se quedó solo, ya que contó con el cariño del resto de su familia. Especialmente, el de su madrina Manuela Monehay Moreno, según remarca el Instituto Cervantes en su página web. Desde entonces, además, la figura de su hermano, Valeriano Bécquer, pintor, tomó una especial relevancia en la vida de Gustavo Adolfo. Los hermanos se mantuvieron muy unidos hasta que Valeriano falleció.

La actividad de Bécquer en las artes ya se remonta a aquellos años, en los que participaba, tanto de la música, la pintura, a la que estaba conectado a través de su familia porque su hermano, su padre y su tío se desempeñaban en esta disciplina, o la escritura.

Su amor por la literatura tiene como uno de sus primeros escenarios la biblioteca de Monehay, donde, según relata el Instituto Cervantes, entra en contacto con el movimiento del Romanticismo europeo.

DE SEVILLA A MADRID

En 1854, deja Sevilla y se desplaza a Madrid para dedicarse a su carrera como escritor. Se fue tras planearlo con dos amigos y sin el permiso de su madrina. Pero Bécquer, que tenían 18 años entonces, se lanzó a la búsqueda de un lugar en la escena literaria de la capital del país.

En aquellos momentos, ganar dinero con las letras no era tarea fácil, ni siquiera con el talento de Bécquer, al que pronto se le comenzaron a acabar los ahorros. Al año siguiente de su llegada, su hermano se une a él en Madrid y, tras otro año allí, regresa a Sevilla.

Entre las numerosas composiciones que Bécquer alumbró a lo largo de su corta vida, destacan Rimas, un conjunto de poemas que fue publicado después de su muerte, Cartas literarias a una mujer, una obra en prosa profunda o Leyendas también en prosa que consta de 31 relatos, además de otras menos conocidas como Cartas desde mi celda, en forma de ensayos costumbristas.

La poesía de Bécquer, según la Enciclopedia Britannica, explora temas como el amor, particularmente en relación con la desilusión y la soledad, los misterios de la vida y la poesía. Lo hace con las características del romanticismo basadas en el estilo retórico, oscuro y dramático.

En las Leyendas prevalecen los escenarios medievales y los personajes fantásticos, envueltos en un ambiente onírico y de misterio.

En 1860, Bécquer se suma a las filas del periódico conservador El Contemporáneo, en el que publicará algunos de sus trabajos y que le permitirá sobrevivir económicamente.

La pupila azul de la que hablan los versos de Bécquer es, según diversas voces, la de Julia Espín, una joven que se convirtió en su musa, pero que acabó siendo un amor frustrado. El poeta conoció a Julia y a su hermana Josefina en uno de los salones que frecuentaba y a ellas les dedicó álbumes con dibujos y rimas.

Sin embargo, con quien finalmente pasó por el altar y formó una familia fue con Casta Esteban Navarro. La joven era hija del médico de Bécquer especializado en enfermedades venéreas, según lo publicado por el Instituto. En mayo de 1862 vino al mundo el primero de los hijos de la pareja, Gregorio Gustavo Adolfo.

Bécquer continua con su labor literaria en diferentes ámbitos y colaborando con diversas publicaciones. En 1965, el matrimonio dio la bienvenida a su segundo hijo, en un momento en el que su situación económica no era la mejor.

Tras algunas publicaciones puntuales, el sevillano es nombrado director literario de El Museo Universal. Ante las revueltas que había en Madrid, Bécquer se trasladó a Toledo en el otoño de 1868 y, en diciembre, nace el tercer hijo de la pareja, la idea de que no fuera hijo suyo parece estar bastante extendida.

El año siguiente fue un año complicado económicamente. En 1970 vuelven a Madrid y el poeta atraviesa una época feliz. Sin embargo, en septiembre de 1970 es golpeado por la muerte de su querido hermano.

El 10 de diciembre del mismo año, el poeta enferma y 12 días más tarde exhala su último aliento. Tras su muerte, sus amigos decidieron editar todas sus obras.

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