Diario de León

El jubilado que amaba a Tagore

El pedagogo gallego José Paz atesora la biblioteca más importante que existe en España sobre el escritor Rabindranath Tagore, gigante de la vida intelectual y cultural de la India del siglo XX.

El pedagogo gallego José Paz en su biblioteca Tagore

El pedagogo gallego José Paz en su biblioteca Tagore

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lorena rodríguez de la torre

Ha recopilado más de 30.000 volúmenes en seis décadas y su sueño de jubilado es donar la extensa colección. Este anhelo no se queda ahí. Hay un segundo deseo, que sería el de crear un centro de Tagore en Ourense, de donde es originario, que permita difundir la labor de este pensador al que el propio escritor, político y ensayista Vicente Risco ya había descrito, al descubrirlo, como «uno de esos seres extraordinarios» de la vida.

Paz, ‘tagoreano’ confeso, un hombre que vive desde hace años a caballo entre Ourense y la India, donde se dedica en cuerpo y alma como voluntario a la docencia y a estudiar más y más la obra de Rabindranath, habla con Efe de la «bondad» de esta figura histórica, de su valía creativa, y también de la ‘socio-religión’ centrada en la igualdad entre hombres y mujeres.

Al Tagore literato, añade al músico —y muestra más de medio millar de cedés—; al pintor, al filósofo, al reformador social, al defensor de la paz y al peregrino. Un «Leonardo da Vinci del siglo XX», resume.

Desde que se retiró, José Paz piensa en donar su extensa biblioteca con el único propósito de que no se pierda el «extraordinario legado» de un pensador que creó escuelas en India y que asentó valores como la igualdad, cuenta orgulloso.

En este momento los 30.000 volúmenes se encuentran en un bajo comercial en Ourense. El local está lleno de traducciones «en todos los idiomas del mundo», incluido el esperanto; y de obras de Tagore, y de otras sobre Tagore y sus instituciones educativas.

Para donar su biblioteca, Paz pone condiciones: «Que esté en un lugar digno, que se pueda consultar y que se siga editando». Para ello, pide que las entidades interesadas en recibir el material «creen un centro Tagore en el centro de la ciudad (si es posible) y que se comprometan no sólo a su conservación adecuada, su difusión y edición del catálogo oportuno en varios soportes», pues ve fundamental, aparte de todo ello, la realización de actividades culturales alrededor de Tagore «en toda la Península Ibérica».

Paz habla con entusiasmo de sus vivencias en la India. Es defensor y conocedor de numerosos idiomas, «excepto el inglés», curiosamente. Habla bengalí y tal es su dominio que es capaz de defenderse sin ayuda alguna por India y Bangladesh —«sé leer y escribir». Comprende perfectamente francés e italiano.

Como anécdota, apunta que sus hijos cuentan con la especialidad de inglés, lengua que él rechaza porque «la asocia a la guerra» y a la «colonización». En ello no profundiza, pero sí puede tirarse horas hablando sobre la India, la obra ‘tagoreana’, los edificios, los festivales y las creencias.

Su relación con la India no es casual. «Es curioso mi apellido, la palabra paz es la más importante de la India» y es sagrada, sostiene. De hecho, todas las religiones usan la palabra «paz», dice.

Cada año pasa varios meses en India, entre octubre y marzo, en una casa a la que este 2020 no ha podido ir.

Cuenta los meses para poder volver, «con suerte» en octubre del próximo año 2021, calcula.

Mientras, busca a quién legar su «extraordinaria» recopilación.

Los únicos políticos que se han interesado por su colección son «José Luis Baltar —el expresidente de la diputación de Ourense», quien llegó a pedirle que no se llevase los libros a la India, asegura. También el expolítico gallego Manuel Fraga. «Fue el primero que se interesó realmente por ella», rememora Paz.

«Tengo una colección inmensa y maravillosa que no quiero que acabe vendida de cualquier manera. Hay auténticos tesoros. Si al final se puede, a mí me gustaría colocarla en Ourense en un edificio emblemático y hacer un Centro Tagore» que permitiría entrar a Galicia en la red de centros distribuida por todo el mundo, concluye el pedagogo ‘tagoreano’. Seguirá a la espera.

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