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León

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A Micaela el fútbol le da pol rasca, pero en tocando la fibra cazurra, se le arrebolan los entusiasmos y es capaz de ir por primera vez a un estadio si es la Cultu quien llega tan lejos, a Motril, por ejemplo, allí donde ella lleva una pila de años triunfando como terapeuta. Alegrón que se llevó la chica. Viene mi gente. Aúpa Cultu, triquitracatrá. Y acordó con sus amigos motrileños y salobreños personarse en el lugar de autos donde la Cultural iniciaría su liguilla de ascenso. Claro está que tenía un problema: no podía alardear ni exagerar su amor de parte que sería entendido como animosidad contra sus vecinos y clientes, de manera que con ingenio y mano zurda aparejó una pancarta que no desconcertara y pintó «Benavides de Órbigo» y en una esquina «ánimo, suerte». Y es que Miqui es de Benavides, un nombre que en esa zona de la costa es apellido relativamente normal (su amigo, el alcalde de Salobreña, es un caso). Y allí, ante la peña lugareña a la que acompañaba, desplegó el sabanón y la consigna. Averiguó en la víspera el hotel en el que se alojaba el equipo leonés y se presentó con una botella de ron motrileño, azúcar de caña y una bruja de la suerte que entregó como regalo y buen augur: para que ganéis y celebréis el triunfo, les dijo. Y al día siguiente, al campo de fútbol, a averiguar qué es eso del deporte del patadón. Se contagió. La tensión y la pasión son ciertas cuando uno pone el culo en la grada. La fiebre y el localismo se traducen en mandíbula tensa y tripas con cosquillas. Aquello es distinto. Mascullaba sus euforias reprimiendo el grito para no mosquear a la basca local. La Cultural empezó marcando, el gol quedó viudo y, al final, el triunfo se arrimó a su querencia leonesa. Gran dicha. Su solitaria pancarta fue sortilegio, pensó, o la bruja, el ron, la fe cazurra... Y esa pancarta ha viajado a León para que hurgue la suerte en el encuentro de vuelta. Sin embargo, cuando a Miqui le leen la crónica del aquel partido que publicó el periódico de enfrente, casi le da un patatús de ira y risa. El sagaz reportero pesquisó y concluyó: hubo una motrileña que se hizo pasar por leonesa merodeando el hotel de la Cultural para, sin duda, sonsacar información extratégica. Sagaz el tío. Y Miqui esgüevóse y sulfuróse.