Diario de León

Antonio Núñez El paisanaje

Huelga de payos

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León

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Las comadres gitanas de Armunia, que leen el periódico de un día para otro, no porque les falle Correos en la suscripción, sino porque el compadre nunca llega a tiempo a casa con el carro del reciclaje de papeles, están de acuerdo en que la huelga general ha sido un éxito, aunque falte todavía semana y pico para el día 20. Lo que todavía no han adivinado es de quién. «¿Te la digo, resalao?, le soltó una el otro día al concejal de barrio, harta de que no apareciera por aquellos andurriales para desatascar, por lo menos, las alcantarillas. «Ni necesito las cartas, ni la bola de cristal, ni leerte las rayas de la mano, porque eres un desaborido del presupuesto con el puño cerrado, menos para los ricos de Ordoño», juró por el moño. Bien, he aquí la buenaventura de la comadre. «Cada vez que vamos al Ayuntamiento a preguntar qué hay de lo nuestro nos promete un secretario malaje que lo va arreglar mañana, y nunca acierta. Yo, en cambio, ya te aviso que el 20 de junio no van a venir a León los quinientos guiris del congreso europeo de ciencia y tecnología, porque un tal Zapatero te ha echado el mal de ojo», concluyó la maldición. Lo de la gitana lo sabía todo el mundo en el barrio sin necesidad de que le leyeran las cartas al PP. Sobra con leer la prensa. Y se habla de otras desgracias mayores aún. Ya es casualidad que, además de la huelga general, los sindicatos hayan convocado un paro de veterinarios para saber si las vacas del carnicero están locas o no; un plante indefinido de agentes forestales este verano en todos los pueblos (a ver si tienen lo que hay que tener cuando cambie el viento en dirección a su pajar); el bloqueo del convenio de las trabajadoras de la limpieza (los maridos a fregar); manifestaciones de polícías y guardias civiles cortando el tráfico (los conductores, que se apeen); demandas estudiantiles contra los exámenes de selectividad (aprobado por unanimidad); huelga de interinos contratados a dedo en la Diputación (lástima que no sea a la japonesa); y, en fin, una larga retahila de movilizaciones para que ese día no se mueva nadie. Hasta quiere paralizar el PSOE la renovación de cargos en el consejo de Caja España, que buena falta le hace, bloqueándola con lo del meneo del Ismael y la Nevenka. Tiene razón la gitana al desearle otra vez a los payos del país aquello de pleitos tengas y los ganes, viejo refrán del que aquí ningún político espabila. En cuanto a quién tiene la culpa de que no se celebre en León el congreso de expertos europeos en tecnologías de vanguardia, Zapatero y Aznar dicen cada uno que el otro. Puede que tengan razón los dos, porque no es probable que la responsabilidad sea de los chinos, que son tantos que no cabrían en una reforma del desempleo, ni siquiera con subsidios todo a cien, que es, en teoría, la disculpa de la huelga. En cualquier caso una crispación creciente y un desasosiego preocupante recorre estos días la espina dorsal de un país que no se lo merece. En la calle se nota poco, pero en los despachos de los políticos hay consignas de atizar los ánimos, a ver quién puede más. Y el más mínimo desacuerdo sobre, pongamos, dónde debe ir una tubería en la calle tal o cual se convierte automáticamente en una putrefacta controversia sobre las alcantarillas y bajos fondos del PP y del PSOE (mientras tanto los parados, a taparse la nariz); o sobre el juez Fulano en el caso del etarra Otegui, al que ningún tribunal osa empapelar, y eso huele que atufa el procedimiento; o el rancio asunto de la escuela de pilotos; o el pucherazo de Caja España, que no ha hecho más que empezar a hervir; o los pactos del PSOE con la carlistada de Arzallus, que apestan a política de naftalina y sacristía, que le pregunten a Pío Baroja y a los colegas vascos del obispo Setién. El 20 de junio, como conjuró la gitana, los europeos no están dispuestos a celebrar su congreso en León, que perderá por ello seiscientos mil euros -más de doscientos kilos, para entendernos- ni aunque los realojara el Tío Caquichu, autorizado patriarca de los de la venta ambulante, al que nadie se atrevería en su sano juicio a hacerle una huelga en día de mercadillo. Se ve que Zapatero y sus payos sindicatos no opinan lo mismo respecto a Aznar y la presidencia española de la Unión Europea, antaño llamada también el Mercado Común, no vea usted qué fila de tenderetes. El país está de baratillo.

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