Diario de León

Cornada de lobo

Los mismos y sentados

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León

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Ojeando al vuelo los papeles diarios de este altiplano mental, observarás en primera instancia las fotos, la imagen. Busca periódicos de los últimos días o de los últimos años, da igual. En casi todas esas fotos sale la gente sentada. El trono, el escaño o la sillona son paisaje natural. Son las instantáneas que retratan la actualidad leonesa, casi siempre los mismos, caretos ya conocidos, repetidos. Esa representación de la realidad está casi siempre sentada: jerifaltes en su despacho, mesas presidenciales, arrellanadas autoridades, asamblea de sentados, culos sobre sillona tapizada, reuniones de siéntese usted, ruedas de prensa de «se sienten, coño»... Esa gente debe vivir permanentemente en su silla pues salen de propio y de contínuo en esta postura de canónigo en sitial. Si se les ocurre ponerse de pie, es para inaugurar la décima fase de cualquier pirulería o un trozo de brea tumbada; y eso es lo mismo que seguir sentado en la vanidad instalando el culo en la gloria provinciana. Pero lo común es sentarse por norma, quedarse quietos. Así consiguen verlas venir sin desdoblar el lomo. Y como lo que suele venir es de lo que tumba de espaldas, justifican la sentada como medida precautoria para no darse un costalazo y fracturarse el cogote con la vida real. La oficial es otra cosa. Viendo al personal en estos cómodos trances, cualquiera concluye que León será rampante en su escudo, pero sedente y somnoliento en su propia realidad cuando se apea de la panoplia y del imperio medieval con el que inflamos el orgullo de lo que hoy no somos. ¿Piensa alguien que puede andar y moverse aquel que siempre aparece sentado? Cierta parálisis funcional parece que manda en el cotarro. Ni se mueven. Miran a cámara y ensayan gesto (gran esfuerzo es estirar el músculo facial). Son el ejemplo o el resumen de una sociedad que se jubila y a la que mandan al banco de la bolera o a la sala de espera de un ambulatorio. Como en capilla. Actor es el que hace y camina. El que se sienta es porque se complace o acata su papel de espectador; y en ese trance se le queda una cara de pamposao que da lastimita verle. Vaya parábola se encierra en cada una de esas fotos. «Sentados caminamos» sería su eslogan.

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