Sida rico, sida pobre

Desde que en 1996 aparecieron los nuevos «cócteles antiretrovirales», el VIH ha dejado de ser una condena a muerte inminente... en el Primer Mundo, para el 5% de los enfermos de sida. Los españoles entre ellos porque, desde su aparición, estos fármacos son de administración universal y gratuita en nuestro país. Pero, los científicos, los médicos, las asociaciones de afectados y las Ong comprometidas en la lucha contra esta enfermedad temían que el precio de estos carísimos medicamentos los convirtiera en un lujo totalmente fuera del alcance de los países pobres o en vías de desarrollo, y que la percepción del sida como «una enfermedad crónica más» nos llevara a relajar la extensión de la cultura de la prevención. Y, tal como indican las espeluznantes cifras que Onusida ha presentado en la XIV Conferencia Mundial que se está celebrando en Barcelona, eso es lo que está pasando. Prácticamente el 100% de los 68 millones de enfermos que el organismo de la ONU para la lucha contra el sida prevé que mate el VIH en los próximos 20 años, pertenecen al ámbito del «sida pobre». Es decir, a los continentes y regiones del mundo que como África, Asia, Iberoamérica y los países de la antigua Europa del Este encabezan las actuales listas de muertes por sida y de nuevos contagios porque los nuevos fármacos le están vedados por falta de dinero e información. Los nuevos fármacos no «curan» el sida. Aunque añaden esperanza y calidad de vida a los enfermos, que no es poco. Lo que entendemos por «curar» solo lo conseguiría una vacuna que todavía no existe y que es muy difícil de lograr.