El Papa se funde con su pueblo y recorre los rincones de su juventud en Cracovia
Juan Pablo II realizó el viernes su primera inmersión sentimental en Cracovia, de donde salió apresuradamente un 3 de octubre de 1978 para ir a Roma y ya no regresó porque fue elegido Papa. La ciudad en la que vivió 40 años se volcó a lo largo del itinerario de la visita y ofreció al pontífice el primer recibimiento masivo. Unas 200.000 personas le aguardaban desde el amanecer en Lagiewniki, un barrio donde consagró una nueva iglesia dedicada a la Divina Misericordia. El templo es un suntuoso santuario que ha costado 8 millones de euros y tres años de obras. La misa se podía seguir sin problemas paseando por las calles de Debniki, el barrio donde vivió Wojtyla cuando llegó a Cracovia con 18 años, en 1938. Las ventanas abiertas dejaban oír en todas las casas las palabras de su viejo vecino desde las televisiones a todo volumen. Como en el resto de la ciudad, cada familia ha pegado con celo en los cristales fotos del Papa. En los escaparates sucede lo mismo, sea un banco, una pizzería o un negocio de lencería. Imágenes de Juan Pablo II sonriendo, levantando niños o mirando las montañas.Ninguna fotografía actual. El pueblo polaco ama a Wojtyla como un héroe nacional, más allá de la religión, y recuerda su figura enérgica. En su barrio es toda una presencia. «Aquí pasaba yo todos los días con mis zapatos de madera cuando iba a trabajar a la fábrica Solvay durante la ocupación nazi», recordó el Papa ante la multitud a la salida del templo. Aquella fábrica, que durante la invasión alemana se llamaba ''Ostdeutsche Chemische Werke'', cerró finalmente en 1990 y ahora se levanta en su lugar un centro comercial con minicines. El joven Wojyla se hacía todas las mañanas sus 30 kilómetros para ir a trabajar desde su casa en el número 10 de la calle Tyniecka. Los actuales ocupantes esperaban el paso del pontífice endomingados y nerviosos ante la puerta. Como cientos de personas que aguardaban la oportunidad de ver y saludar al pontífice de cerca. A dos minutos está la parroquia salesiana que frecuentaba Wojtyla, también puesta de punta en blanco para la ocasión. Más allá, en la calle Rozana, se encuentra la casa donde vivía su amigo Jan Tyranowski, que le introdujo de lleno en la mística espiritual. Entre esas paredes Juan Pablo II descubrió a San Juan de la Cruz y a Santa Teresa de Ávila, que constituyeron para él una auténtica revelación. De hecho, estudió español para leerlos en su lengua original.