La crisis que llega en septiembre

Agosto se acaba y miles de familias empiezan a pensar ya que con la llegada de septiembre vuelven, también, algunos de los problemas que son la cuna de no pocas angustias cotidianas. La vida ha subido muy por encima de lo que reflejan las encuestas afeitadas que presenta el CIS. Pagamos todo en euros, porque la vida está cara, a precio de euro, pero para los salarios parece que la unidad de cuenta sigue siendo todavía la antigua peseta. Volver de vacaciones supone hacer cuentas. Las cuentas del último trimestre de un año en el que la crisis acabará de pasar factura a los ciudadanos. Mientras los grandes medios se ocupan -y hacen Batasuna, el común afronta el final de las vacaciones con el bien- del gran debate de estos días: la ilegalización de principio de desazón que procede de la incertidumbre. Julio concluyó con el desplome de las bolsas y la evaporación de las expectativas de miles de pequeños inversores que habían soñado con plusvalías interesantes para sus ahorros. Septiembre está por hacer, pero ya sabemos que los precios de la vivienda se han disparado (en los últimos seis años el precio medio ha subido ¡un 52 por ciento!) y en los bancos y cajas de ahorros las hipotecas encabezan las listas de impagados o fallidos. Más allá de las solemnes cuestiones de la vida política con la que abren los telediarios, para la mayoría de los ciudadanos los últimos días de agosto son días de cambio de actitud mental. Por debajo de la añoranza de la playa y del dulce no hacer nada que quiebra la rutina laboral del resto del año, empieza a sonar el tam tam que anuncia la vuelta a los problemas cotidianos. Problemas que, salvo para una minoría de privilegiados, suelen ser casi siempre de índole económica. Por eso, el paro -que no es sólo problema de quienes no tienen empleo sino que es preocupación más amplia que se asocia directamente a decir por la incertidumbre laboral generalizada- encabeza la lista de preocupaciones de los ciudadanos. No hay épica noticiable suficiente en estas preocupaciones como para merecer una portada de periódico o de telenoticias pero, tengo para mí que están en la base de esa desazón que invade a tantos ciudadanos. Así que septiembre llama a la puerta anunciando, para la mayoría, la vuelta a las rutinas cotidianas. La vuelta a la crisis de septiembre.