OPINIÓN Antonio Casado
La boda y sus misterios
En el real sitio de El Escorial, donde yacen las personas de sangre azul, muy cerca del Valle de los Caídos, donde yacen el general Franco y el fundador de la Falange Española, hoy se casa la hija del presidente del Gobierno con uno de sus cachorros preferidos, Alejandro Agag, retirado de la política para ocuparse de quehaceres mejor remunerados. Larga vida al matrimonio. Por la escenografía elegida y la condición social de los personajes invitados -entorno al millar-, es muy difícil convencerse de que en realidad es una boda más, a la española, donde la confianza mutua y el jolgorio convoca a los círculos familiares y de amistad más próximos a la pareja y sus respectivos entornos. Francamente, no me imagino a Sáez de Buruaga rompiendo el protocolo o quitándose la corbata para echarse un baile con Ana Botella. Unos hablan de gran operación de relaciones públicas y otros de boda de Estado. Solo la madre de la novia y mujer del presidente de Gobierno, José María Aznar, Ana Botella, se empeña de hablar de una «boda normal, como tantas otras». Y así es como quiere que traten el acontecimiento los medios de comunicación, para lo cual ya ha hecho las gestiones oportunas. Las gestiones han debido dar sus frutos a juzgar por los resultados obtenidos. Y los resultados se ven en la cantidad de rumores, chascarrillos y maledicencias que han circulado durante estos últimos días, pues ya se sabe que donde no brilla la transparencia informativa funciona el tam tam, las medias palabras y las insinuaciones perversas. Desde el elevado coste del festejo, que no cuadra con los ingresos por rentas del trabajo de la familia Aznar, en la parte que le corresponde -se supone que a repartir con los Agag-, hasta los criterios de selección para elaborar la inmensa lista de invitados. ¿Tantas amistades desinteresadas genera el ejercicio del Poder?. Lo cierto es que, a pesar de la presencia de varios mandatarios extranjeros, el Gobierno en pleno y lo más granado del Partido Popular, el acontecimiento va camino de convertirse en pasto exclusivo de la prensa rosa, que luce más y compromete menos. Sin embargo, otros opinan que la boda tendrá repercusiones electorales para José María Aznar y su partido político porque se supone que los ciudadanos españoles no suelen llevar bien los excesos sociales de sus gobernantes. Por lo demás, si fuera posible disociar a los contrayentes del hábitat político en el que brotó el amor, solo quedaría desearles que sean felices y coman perdices. Pero no parece que sea el caso.