La boda se les vuelve en contra

Los ecos de la boda de la hija del presidente del Gobierno, Ana Aznar, con Alejandro Agag, se han politizado y las críticas políticas, no sólo periodísticas, sino también populares, están siendo de una dureza realmente inesperada. Hay una incontestable: si el tratamiento ha sido de boda de Estado, con los Reyes a la cabeza, es inconcebible que se haya excluido a la oposición y a los cargos institucionales no encarnados por personas del PP, como son unos cuantos presidentes de comunidades autónomas. La movilización de cuantiosos recursos del Estado, además, hacía obligatorio que el acto se extendiera a todos los estamentos representativos del propio Estado, con independencia del color político de las personas. Referencias periodísticas y radiofónicas indican que las cosas se le pueden haber vuelto en contra al presidente Aznar y que al Partido Popular este acontecimiento no le ha prestado precisamente un buen servicio. El silencio de José Luis Rodríguez Zapatero y del PSOE, absteniéndose de formular ni una sola crítica, ha sido un enorme acierto político en el sentido de que favorece mucho a su imagen, aunque haya quien piense que no han cumplido con su deber de oposición. Pero las estrategias de Zapatero le han venido dando siempre buenos resultados, y en este caso ocurrirá lo mismo. Horas después de la boda, el Comité Federal socialista ponía en marcha el proceso de primarias para la elección del candidato a la presidencia del Gobierno y las aproximaciones programáticas para las elecciones venideras. Como se desprende del discurso del líder y del clima que ha rodeado el encuentro, el PSOE conoce una etapa de cohesión, unidad e identificación con el liderazgo como hacía muchos años que no se conocía. Es el contraste con un Partido Popular en evidente declive, según todas las encuestas y también según la percepción del menos exigente de los observadores. El acontecimiento de San Lorenzo de El Escorial no les ha ayudado nada, pues muchísima gente lo ha interpretado como una desmesurada exhibición de poder y ostentación que a nada conduce y que trae connotaciones muy molestas cuando se está exigiendo tanto sacrificio y tanta austeridad a los demás, sobre todo a las clases más desfavorecidas. En fin, ellos verán.