Separarse como amigos

Se felicita un tercero: «Soy padre, y he podido serlo más gracias al convenio que pactamos». Retoma la segunda la argumentación: «Me alegro de haberme librado de la vía judicial. La garantía de neutralidad del equipo de mediación permite hacer un «traje a medida» de la pareja». Y la remacha el primero: «Te ayudan a ir moldeando ese traje, no sólo en la parte económica, sino en la emocional, que es la más difícil de moldear». Auténtica pionera en España de la mediación ante la ruptura de pareja, Trinidad Bernal «traduce» científicamente todas esas impresiones vitales, que ella misma conoce de primera mano por su larga y cotidiana práctica mediadora. Un plus de experiencia que le permite señalar cuatro ideas básicas (protagonismo de las partes, respeto mutuo, libre negociación y compromiso personal con lo pactado) y otras tantas características definitorias: extrajudicialidad (aunque la Justicia ratifique luego las medidas acordadas), voluntariedad (está demostrado que funciona peor si es obligatoria), confidencialidad (esencial para no agravar el conflicto) e imparcialidad (se colabora con la pareja para que busque «su» solución, pero sin tomar partido). Bernal acaba de publicar en Colex la segunda edición, actualizada, de su libro La mediación. Una solución a los conflictos de ruptura de pareja. Pero, a estas alturas de la experiencia mediadora en España, no necesita ya demostrar su necesidad. La avalan los resultados: desde febrero de 1991, cuando el Ministerio de Asuntos Sociales respaldó oficialmente su Programa de Mediación como proyecto piloto, se han recibido 35.264 llamadas y han sido atendidas 4.949 personas en 10.466 sesiones; el 86% de las parejas consiguió pactar todos los puntos del Convenio Regulador de su separación o divorcio. En 2001, último año con estadísticas cerradas, tan exitosa tendencia se mantiene: el 86% completó el programa, un 3% sigue en progreso y un 11% lo interrumpió, aunque después de lograr acuerdos parciales. Además, el cumplimiento de lo pactado es altísimo, en torno al 93%; como remarca otra usuaria, «es un contrato entre los dos, tienes algo escrito, y eso vale mucho». Nadie discute, pues, las evidentes ventajas de la mediación frente al habitual procedimiento contencioso de separación-divorcio, que a Trinidad Bernal le parece «perverso» porque aboca a los padres a una sentencia que suele situarlos en posiciones de vencedor-perdedor. Como alternativa a esa dinámica de enfrentamiento legal, la mediación apuesta por facilitar a la pareja un clima de mutuo respeto que le permita negociar, acordar y asumir libremente un pacto sobre su futuro y el de sus hijos. Es justo ese protagonismo el que compromete a ambos y asegura el alto cumplimiento de los acuerdos, que incluso suele traducirse en «propinas» en el llamado régimen de visitas, un concepto poco afortunado que los mediadores desearían ver sustituido por el de sistema de comunicación con los hijos.