Diario de León

Antonio Casado A LA ÚLTIMA

Bush quiere partir el mundo en dos

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El señor Bush sigue empeñado en partir el mundo en dos: los buenos y los malos. Naturalmente, él decide quienes quedan a un lado u otro de la raya. Después de la bancarrota comunista, volver a un planeta con raya al medio es lo último que nos podía ocurrir, pero eso es lo que hay. Hace un año era Ben Laden el que llevaba la marca del demonio. Ahora es Sadam Husein. Aquel por lo que hizo y éste por lo que puede hacer, una vez que, como hubiera dicho Clausewitz, con la caída de las torres gemelas cayeron también todas las barreras de lo posible en la escalada del horror. Se va a cumplir el primer aniversario del 11-S. Se va a cumplir también un año del discurso de Bush ante la Asamblea General de la ONU, donde el presidente norteamericano conminó a todos los paises a situarse a este lado de la raya (el de los buenos), so pena de sufrir las consecuencias. Nada de equidistancias. O conmigo o contra mí. Pero a mi manera, con mis reglas. Pues bien, la historia se repite. Dentro de unos días, el 12 de septiembre, Bush volverá a comparecer en la sesión inaugural de la asamblea general de la ONU con recados similares, cuando ya se conozca el dossier Blair con elementos probatorios de que el dictador iraquí dispone de armas de destrucción masiva. Sin embargo el asunto no es tan simple. Bastaría con darse por enterados de las discrepancias entre la Unión Europea y los Estados Unidos. O de las propias discrepancias internas en el Gobierno Bush y la opinión pública norteamericana, salvo que apliquemos el principio de que sólo Bush tiene razón y quienes no asientan son idiotas. Se supone que Estados Unidos es el abanderado de la democracia amenazada por un dictador y un profeta del terror. No es de recibo el unilateralismo en un mundo que se supone globalizado en lo bueno. Por eso existe el Derecho Internacional cuyo guardián es la ONU, donde están perfectamente regulados los supuestos de acciones militares en territorios ajenos. Como la legítima defensa, la interposición o los imperativos humanitarios. O sea, el derecho, que es un producto de la razón. Desbordarlo en nombre de la eficacia, si no de intereses, es inaceptable. Salvo que se trate de algo distinto a la voluntad de imponer la superioridad moral de los buenos contra los malos.

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