Diario de León

La Fundación Central Hispano expone una selección de refinadas armaduras de gala de los siglos XVI y XVII junto a creaciones del modisto Roberto Capucci en la muestra «Vestidos y armaduras»

Seda y acero

Publicado por
Miguel Lorenci - MADRID.
León

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¿Puede ser tan seductor un vaporoso vestido de seda como un rígido y belicoso atavío de acero? La respuesta es que sí, según demuestra la exposición «Vestidos y armaduras. Roberto Capucci. Moda de ayer y hoy en seda y acero» que abre sus puertas en las salas del Fundación Santander Central Hispano de Madrid (Marqués de Villamagna, 3). Es un propuesta tan insólita como atractiva que establece un diálogo entre las refinadas ''esculturas de acero'' que lucieron reyes y príncipes y los sofisticados modelos de seda con los que el italiano Roberto Capucci viste de ensueños a princesas y aristócratas. El resultado de ese diálogo es el feliz contraste entre seda y acero tan eficaz como atractivo, a disposición del espectador hasta el próximo 24 de noviembre. Se trata de constatar como con varios siglos de distancia, artesanos, orfebres y modistos han buscado la seducción con materiales aparentemente distantes y distintos, pero persiguiendo siempre reflejar el ideal de belleza de su tiempo. El acero se moldea como la tela, y viceversa, en un trabajo de ''alta costura'' separado por centurias pero con el común denominador de la fantasía, el lujo y la sofisticación. Las ricas armaduras de la exposición, un total de 21 de los siglos XVI y XVII y de una delicadísima factura, proceden de las mejores armerías europeas. Hasta 14 vienen del Kunsthistorisches vienés y siete del Palacio Real de Madrid. Los lujuriosos diseños en seda han salido del magín, el cuaderno y el taller del exclusivo diseñador Roberto Capucci, nacido en Roma en 1930 y consagrado como un mago del color, los volúmenes y los pliegues que jamás repite modelo. Es la primera vez que las sofisticadas creaciones de Capucci, siempre piezas únicas, se ven en España. Sus vestidos son un delirio de color y geometría, bien en seda salvaje, bien en tafetán, raso, terciopelo, lamé o gazar y cada uno de estos vestidos exige un mínimo de cinco meses de trabajo y la dedicación absoluta de cinco costureras.

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