Rodeado de una coleción de estrellas del cine y del deporte, Armani presentó ayer su segunda colección en la apsarela de Milán, un tributo a la sensualidad comedida y muy femenina
Elogio a las secretarias
Rodeado de una constelación de estrellas, el planeta Armani brilló ayer en la pasarela de la moda femenina de Milán para la próxima primavera-verano con un elogio de la secretarias y un sentido tributo a la sensualidad comedida. Sofía Loren y Tina Turner, Mira Sorvino, Olivier Martínez y Kristin Scott Thomas arroparon al modisto, antes de convertirse en mujeres y hombres Armani en la próxima campaña publicitaria de la marca. Entre tanto destello, Giorgio Armani ofició de sí mismo en sus dos desfiles -por cierto, fuera de programa del calendario oficial- y repartió críticas afiladas para tantos colegas que en jornadas anteriores han apostado por elevar lo sexy hasta las nubes con un repertorio inagotable de minifaldas, plato fuerte del certamen. Entre discurso y desfile, la moderna secretaria se convirtió en el objeto ideal del deseo de Armani, que alabó su estilo chic y su desenvoltura, su forma de cogerse el pelo y su frescura de movimientos. Formas sutiles, pantalones más adherentes de lo habitual, una matizada inspiración oriental, sin exagerar y mediatizada siempre por la lógica occidental, fueron sus propuestas largas y cortas, en faldas, trajes y vestidos, para celebrar la salida del inminente invierno. El cuerpo bien pegado a la cabeza, norma de la casa, vuelve a predominar en los modelos de Giorgio Armani, que año tras año se deja seducir más por la noche que por el día para vestir a las mujeres y se vuelca en la búsqueda de nuevas formas a partir de los tejidos. En la misma pasarela milanesa se pudo ver ayer otro concepto de seducción, el de Ronberto Cavalli, que concentró sus esfuerzos creativos en el corsé, una prenda de otros tiempos transformada de mil maneras hasta convertirla en objeto de culto, fiel a su perfil de inventor de un lujo exhibicionista y desenfrenado. Consigue con ello la exaltción de los senos de una mujer subida en sandalias de tacón alto, conjuntos de raso o blusas y vestidos transparentes o estampados, encima de amplios pantalones, chaquetas estrechas y minifaldas. Entre la ironía y la provocación, Moschino hizo desfilar a sus modelos al revés, caminando de espaldas, con una colección fresca y ligera, de vestidos amplios, blusas por encima de la rodilla, pero también alguna falda exuberante y muchos pantalones, con especial predilección por las figuras estampadas y los bolsos que se pegan a los vestidos como si formaran parte de ellos.