No estás tú para hablar

Gran gesto para el telediario y para la galería atolondrada: la candidata española al concurso de miss nosequé, que se celebrará en Nigeria, ha decidido no presentarse al certamen en protesta suflé por las condiciones legales de ese país que imponen la pena de lapidación para las mujeres adúlteras. Gran detalle el de la candidata, ya ves, ahí la tienes; qué pundonor solidario, qué valentía, cuánta sensibilidad. Al parecer, y vistos sus mohínes, le repugna profundamente y le escandaliza la insolencia nigeriana de unas leyes coránicas que discriminan y avergüenzan a la especie relegando a la mujer al papel de objeto, bicho del diablo y bulto conyugal. Estupendo gesto, candidata, enorme desaire el tuyo, tiemblan las estructuras del concurso de misses y con tu desplante enalteces la dignidad femenina. El ministro de Justicia de ese país está que no duerme desde que diste a conocer tu gallarda postura y esa voluntad firme de no comparecer en la pasarela. Ese ministro y esos tribunales en los que se acuestan adúlteramente en coyunda frenética el Corán y el Código Civil están cagaos patas abajo ante tu gigantesca actitud. Pero verás, guapa: podrían replicarte que no estás tú para hablar ni gastar en salvas unos argumentos que podrían revolverse y salpicar tu propia carita de queca clueca como ocurre cuando uno mea contra el viento. Te ofende el papelón discriminado de la mujer nigeriana y, sin embargo, participas en un concurso-negocio cuyo objetivo principal es la discriminación... ¡por la belleza!, la más aberrante, pues de esto se trata, de ir discriminando: la guapa, al chollo; y la fea, al hoyo... un concurso donde los únicos valores premiados en la mujer se limitan a pata, culo, teta y gesto de garza, indignante simplificación de lo femenino como bello objeto y colchón de fantasías públicas... y a las feas, que las den por el saco y que se tapen con él la cabeza en los subsiguientes desfiles de moda a los que irán las vencedoras, que esa es otra, la pasarela y la ropa que se dicta a las paisanas, la mujer en su bombonera, bibelot en tacones, objeto en bragas, la dignidad desnudada, siempre dejando pelo de coño en las gateras de la imagen o en el jergón de una fiesta de ricachos puretas, tapias y cortinas... Estás tú para hablar, rica.