Diario de León

La Orquesta Sinfónica de Castilla y León y el Coro de Cracovia, con Penderecki en el podio, consiguieron un lleno total en el Auditorio en el primer concierto de la temporada

La belleza del dolor

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno Redacción - LEÓN.
León

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Brillante y a la vez hermoso fue el Réquiem polaco en manos de su autor, Krysztof Penderecki, que anoche ofreció en el Auditorio la Orquesta de Castilla y León, el coro de Cracovia y los solistas Isabela Klozinska (soprano), Jadwiga Rappe (mezzo), Adam Zdunikowski (tenor) y Benno Schollum (barítono). Compuesto entre 1980-84 para cuatro solistas, coro mixto y orquesta, la composición permanece como un bloque intachable de estilo contrapuntístico y algo superficial, de menor calado espiritual y musical que su Pasión. Conformado por las secciones típicas de la misa en latín más la incorporación de algunos textos, sus partes fueron escritas y algunas estrenadas por separado, siendo la más antigua el magnífico Lacrimosa, escrito para el descubrimiento de un monumento dedicado a Solidaridad en Gdansk. Luego está el Agnus Dei, para el funeral del cardenal Wyszynski en mayo de 1981, mientras que el Dies Irae fue dedicado al padre Kolbe, franciscano muerto en el campo de concentración de Auschwitz y a la memoria de aquellos polacos que lucharon contra la invasión nazi. En su forma definitiva el Réquiem se estrenó en 1984 bajo la dirección de Rostropovich con un éxito apoteósico, parecido al que anoche alcanzó en León. La tremenda fuerza de sus sonoridades a veces fuertemente contrastantes unidas a las voces excelentes de los cuatro solistas confirieron a esta singular obra una dimensión apocalíptica, servida con acierto por una orquesta en esta ocasión empastada, atenta y efectista, junto a un coro espléndido, en el que las voces perfectamente conjuntadas produjeron el efecto deseado por su autor de impactar, inquietar y conmover a cualquier oyente por muy lejano que de este tipo de música se encuentre. La dirección de Penderecki como siempre ampulosa, perfeccioncita y a veces poco ortodoxa. El Auditorio, lleno hasta la bandera.

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