Diario de León

Cornada de lobo

Corrupción es cagalera

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León

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El escritor leonés Jesús Torbado alcanzó la gloria literaria allá por los años sesenta ganando el primer premio Alfaguara con su novela «Las corrupciones», pero este título fue cosa de estrategia editorial, porque él había titulado su obra «Las descomposiciones», que parece más ajustado a concepto, aunque con menos punch literario. La descomposición es la denominación cortés de diarrea o cagalera, o sea, descomposición de la flora intestinal que convierte lo sólido en líquido para irse patas abajo; y lo líquido en gaseoso, perfume intenso. Estás descompuesto, se le decía al que atravesaba un trance diarreico. Y descompuesta era la paisana sin novio. Pero la corrupción, dicha así hoy, es término que lleva cosido un significado principal: dinero crudo, pastizara sucia, cajón del pan y manaza que atropa. Corromperse es cagarse en la ley y en la moral. Corrupto se le dice a quien en la esfera de lo público o social se aprovecha en beneficio propio (curiosamente, si eso mismo lo haces en el círculo de lo privado, resulta que eres un tipo listo o un empresario sagaz). La corrupción, se añade, es inherente al sistema económico en el que andamos (los que sepan andar sobre líquido, porque no pocos se van al fondo del océano liberal o al tacho de los morosos o insolventes). Pero las noticias de corrupciones ya no alborotan tanto la charca informativa, ¿las tomamos por mal menor?, aunque esté ahora en danza un nombre, Arriola, y una talegada imponente de fortuna personal amasada bajo una higuera gubernativa que siempre da brevas. Cuando fueron socialistas los corruptos, llegó el clamor hasta la puerta de calderas de Pedro Botero. Incluso la gente casi se ha olvidado de Gescartera y de aquel tipo de gafitas, mamporrero de obispados. Normal, dicen. Y a otra cosa. Pero la gran corrupción es árbol que tapa el bosque de las corruptelas, que esas sí que mandan en nuestra vida más cercana: licencias urbanas, colocaciones, enchufes, privatizaciones, apañines, recalificaciones, contratas... Y entonces es cuando la palabra descomposición se me hace más precisa que corrupción. Se nos descompone el sistema de valores, la honestidad, la mínima compostura. Todo es espeso. Y esto es un cagao, añade este.

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